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"Your hands were on my hips, your name is on my lips
Over over again, like my only prayer
I've got a burning desire for you, baby"

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    El roce de sus labios me explota la sensatez en millones de pedacitos. El sabor de sus besos me inspira a meter la lengua en su boca, arrastrándola encima de la suya, probándole a con mayor desvelo. El gemido fugitivo de su garganta es el estimulante para tomarlo del cuello de la camisa y empujarlo a la cama.

Cae de espaldas y no tardo en subirme a su regazo, presionando su erección contra mi centro caliente. Me permito reparar en sus ojos de mirada ardiente anclados en mí y solo en mí, la vista de su boca roja y húmeda de mis besos me ponen la sangre a hervir, tornando el deseo de sentirlo arrebatador, incluso doloroso.

Pero en todo este tiempo sin sentirle, ir deprisa no está en mis planes esta noche.

—Te extrañé tanto—murmura, pasando las manos por mi espalda debajo del suéter.

El corazón me da una voltereta como si le respondiese 'yo también'.

—No hables—replico de mala gana, bajando a su boca.

Él me recibe gustoso abriendo la boca, mi lengua se desplaza por la suya recogiendo el sabor en el que no percibo el rastro de nicotina de antes, una puñalada de añoranza me atenaza el pecho, uno que no debería. Tiemblo al tiempo que sus dedos trazan círculos en mi piel, cada respiración que suelto más caliente que la anterior. Me tiene tan sedienta de él que mis caderas cobran vida propia moviéndose de adelante hacia atrás. Está tan duro que el roce me lastima al conseguirme sin nada que cubra mi intimidad.

Despacio bajo a su barbilla besándole, mordiéndole y más abajo, en esa parte de su anatomía que desprende el aroma de su perfume, empañándome los sentidos. La ropa me estorba, choco con los botones de su camisa, me cuesta quitarlos al tener los dedos temblorosos, él me ayuda sentándose, mientras me deshago de la única prenda que me cubre. Desnuda y dispuesta, suspiro entre dientes cuando se mete un pecho a la boca, apretujándome el otro. Su lengua rodea el pezón erguido, lo suelta para tocar con la punta la aureola provocándome un gemido.

—¿Tienes condones?—cuestiono, él niega con la lengua encima del pezón y la mirada en la mía—.Que bueno que yo sí.

Gruñe transmitiendo la vibración a mi cuerpo conectado al suyo a través de su boca y mi seno. De repente corta el balanceo de mis caderas enredando un brazo a mi cintura para echarme de espalda a la cama. Aturdida por el movimiento brusco, trato de enfocar la vista en el techo, pero su boca atacándome a besos desenfrenados no me dejan salir del estupor, menos cuando la yema de sus dedos palpan mi estómago.

—Hazlo ya—reclamo contra su boca, y él ríe descendiendo un centímetro más.

—¿Hacer qué?

Llega a mi monte de Venus como si le costara contenerse, en este punto el corazón me late con tanta fuerza que podía sentirlo en mis oídos martilleando.

—Tú ya sabes el qué.

Vuelve a reír en tanto alcanza mi sexo con un cuidado extremo. El toque desencadena una reacción terriblemente deliciosa, aunque me cuesta sentir tanto con tan poco, me mantengo en el sitio percibiendo la parsimonia inédita que sus dedos me proporcionan. Para empeorar la nube negra en mi cabeza, lame su camino a mi oreja erizándome los vellos de la nuca.

—Así te tocabas, ¿no?—pregunta, desplazando los dedos en medio de mis pliegues mojados, logrando que tenga que arquear la espalda cautivada por la sensación abrasadora—. Como me lo decías en las cartas...

The Right Way #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora