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"But you get ready, you get all dressed up

To go nowhere in particular

Back to work or the coffee shop

It doesn't matter because it's enough"

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EROS



—De saberlo, le hubiésemos robado otra botella a Helsen—bisbisea agraviada Sol—. Mil trescientos dólares una botella con líquido adentro. ¿Cómo sabemos que no la se la disfrutaron y luego la rellenaron con vino de caja?

Esa es la cuestión con ella, no puede vivir sin soltar quejas de lo que sea, sobre lo primero que se cruce en su camino o buscarle el lado pernicioso a cualquier situación. Tiene la personalidad de un viejo cascarrabias oculto dentro de ese metro sesenta y cuatro de estatura de magnética belleza.

Me cuesta reprimir la sonrisa al atrapar su mirada desdeñosa a través del espejo hincada en la inocente caja negra reposando a un lado de sus pies. Un poco más de empeño y hará estallar la botella en pedazos. Cuelgo la camisa en el perchero y reviso la etiqueta de la nueva, repuesto de la olvidada en casa, sobre la cama seguramente, certificando que se acople a mis medidas.

No acostumbro a comprar ropa, menos en tiendas donde el ir y venir de los clientes y empleados suena como una estampida de elefantes furiosos, sin embargo, no tenía más opciones, no hay ni un atelier decente abierto a estas horas en un radio de veinte kilómetros.

—Por el gusto, Süß, evidentemente—planteo, ella remueve la nariz como si le picase, en desacuerdo.

—Si me permites opinar, emborracha igual.

Saco la camisa del gancho y retiro de un movimiento el mechón de cabello interponiéndose entre mi vista y le perfidia en contra de la botella enmarcando sus facciones.

Permanece sentada de piernas cruzadas en el pequeño asiento contiguo a la puerta del probador, sosteniendo una caja de chocolates.

Meto los brazos dentro de la prenda, notando con satisfacción la nada simulada inspección de Sol.

—No se bebe para embriagarse—pauso para añadirle un acento pretensioso—. Se consume para deleitar el paladar.

Se lleva un trozo a la boca y lo disfruta a media mueca burlona y viciosa, vigilante a cada uno de mis movimientos.

—Yo también quiero deleitarme el paladar.

Un par de toques me obligan a alejar mi atención de sus labios y la fantasía de sabor dulce adosado a ellos.

—Señor, ¿la prenda es de su agrado?

Estaba dispuesto a responder, Sol se adelanta, olvidando la caja en el asiento. Abre la puerta y asoma la cabeza por la delgada franja libre, la inclinación de su cuerpo levanta la falda revelando la caída curva y perfecta de su culo al desnudo.

La última ocasión que tuve un panorama similar, estaba tan llena de mí que sus palabras se oían como ruegos ahogados. Lo recuerdo, lo evoco muy claro, incluso con el maquillaje corrido, el rostro rojo de la presión producto de la tanda de orgasmos y el cabello pegado a la piel lustrosa de sudor, seguía luciendo impecablemente preciosa.

The Right Way #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora