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"You should stay close to Jesus,
Keep that bottle at your hand, my man
Find your way back to my bed again
Sing me like a Bible..."
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Eros

            —Eso sería todo, ¿puedo ofrecerle algo más? ¿Un par de aretes? Hace unos días recibimos un brazalete que haría un match perfecto con el anillo, tiene la misma tonalidad az...

Freno la letanía levantando la palma de la mano.

Quiero comprender que necesita vender en orden para producir comisiones, su trato no ha sido menos que respetuoso y atento, pero por ahora necesito que cierre la boca.

—Estoy bien.

Firmo el recibo, me guardo la pluma en el bolsillo del saco y me alejo de la vitrina, permitiéndole que tome el papel.  La muchacha afina la sonrisa y desenvuelve sus dotes de ventas en Ulrich, inspeccionando cada detalle de las prendas que ha encargado.

Persuado los sentidos a otro enfoque lejos del celular.

El aroma de la lluvia se esparce sobre la ropa de la gente, las risas leves, los murmullos. Abril remonta su décimo día, cumpleaños de Hera y a nada de poder cerrarlo como la jornada más decente de la última semana, pierdo la concentración y vuelvo a leer en la pantalla del aparato sin respuesta aún: 'Su madre reclamó el cuerpo, ha pedido una repatriación'. El mensaje del fiscal a cargo es conciso, no hay salidas a conjeturas ni interpretaciones, pero me cuesta, como arrancarme un pedazo de piel con las uñas, ensamblar a mi realidad, que Jamie no existe más.

Los días doblan las horas, por las noches se reducen, se diluyen como agua entre los dedos, pensando una y otro vez en las cosas que pude hacer, como tuve actuar, lo que debí callar para esquivar este final, pero conseguí incrementar la molestia en el pecho y el picor en los ojos, cuando caí en cuenta, que no se puede regresar el tiempo.

 'No lo apele'. Pulso enviar y lanzo el celular en el bolsillo.

Exhalo todo el aire contenido, reviso la hora en el reloj hastiado de esperar. En la mañana le prometimos a Hera salir temprano del trabajo, hace más de una hora nos marchamos de la oficina y aún seguimos dentro de la joyería, porque Ulrich no puede limitarse a recoger los pedidos, tiene que admirar todo el catálogo para anexar algo más solo porque sí.

Las bolsas reposan encima del mostrador, dos mías, dos de Ulrich, que no le quita los ojos al rosario de piedras rojo opaco y una cruz que parece más un puñal que una representación divina.

—No sé si has prestado atención, supongo que no, pero mamá es agnóstica.

Ni con mi comentario punzante es capaz de quitar la atención del rosario.

—Nadie más que yo lo tiene claro, ¿adivina quién la convirtió?—contesta, acariciando las esferas. De cerca, parece que adentro conservan sangre.

—Tomando en cuenta que eres ateo, no tú.

Deduzco que toqué un punto clave, porque cierra la caja y voltea a mirarme.

—Exactamente—dice, sobrado de ego—. A tu madre la conocí con los hábitos puestos, necesitaba blasfemar un poco para labrarse sus propias creencias.

Ahí toca mi límite. Me interesa tanto conocer sobre sus vidas cuando recién se conocieron, como que equipo ganó la última copa mundial de fútbol. Absolutamente nada.

The Right Way #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora