Capítulo 4

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Indiferencias


Me senté en el sofá de la esquina de la habitación manteniendo mis manos inquietas al sentirme aburrida sin nada que hacer a mi alrededor, después de haber terminado de cenar a pesar que quise ofrecerme en ayudarle a la mujer a lavar, ella se negó indicando que sería mejor que me vaya a dar un baño y luego a dormirme.

—Señorita— me llamó una voz femenina abriendo la puerta de la habitación, una mujer mayor castaña y estaba vestida con el mismo traje que la señora que conocí en la mañana— ¿Desea comer el postre?¿O alguna cosa más?

—Solo el postre. Por favor— le respondí levantándome del lugar para encaminarme hacía la cama donde me senté cómodamente cruzando mis piernas y la mujer entro con una bandeja plateada cargando una copa de vidrio con distintos gustos de helados.

—Buenas noches, señora— me saludo amablemente cerrando la puerta con seguro y comencé a comer, dejando que los gustos diversos de helados se desasgan en mi boca.

Cuando terminé de comer todo, me fui directamente al baño para lavarme las manos y colocarme un pijama que había elegido, unos típicos shorts cortos al igual que una blusa de tiras. Dejé mi cabello húmedo suelto y me aproxime a la cama tirándome boca abajo sintiendo la suavidad de las sabanas envolverme causando que mis ojos se cierren dejando mi rostro oculto en la almohada que abrazaba entre mis brazos como si se tratase de una persona, esa calidez que necesitaba sentir que estaba bien y segura, protegida y libre, pero ahora sueño con querer tener esa libertad una vez más en mis manos.

Abrí los ojos risueña sintiendo unos brazos grandes y músculos rodear mis caderas, un torso descubierto pegado completamente a mi espalda al igual que nuestras piernas entrelazadas, sintiendo una de sus manos en mi vientre descubierto dejando a la vista mi piel expuesta. Quise liberarme de esos brazos fuertes pero ejerce tanta presión que me era imposible, giré mi cuerpo para quedar al frente suyo encontrándome con la cara del señor sus ojos estaban cerrados mientras que su boca permanecía entreabierta y su rostro se notaba demasiado relajado, como si nunca hubiese pegado un ojo y ahora aprovechaba la oportunidad. ¿Pero que está haciendo aquí? ¿No se habrá aprovechado de mí? Dios, espero que no, porque si no lo mato.

—Señor Lombardi— llamó la misma voz de la mujer de ayer golpeando suavemente la madera de la puerta grande de la habitación y eso causo que el hombre se moviera molesto en la cama sin dejar de soltarme— Tiene una visita importante que lo está esperando hace rato.

De mala gana abrió sus ojos dejándome la vista perfecta de los claros que son, su rostro a escasos metros del mío causando que quiera lanzarme directamente al agua con semejante hombre que tengo justamente a mi lado abrazándome y sin decirle nada me aleje completamente como si su tacto quemará, su piel pegada completamente a la mía parecía que estaba en llamas o estábamos en llamas los dos, ese fuego que no conocía y menos que podía descifrar. Sin comentar nada, se sentó en la cama dándome la perfecta vista de su espalda musculosa con un tatuaje de líneas ubicado justamente al costado de su costilla, y se levantó yéndose directamente al baño donde se encerró.

Tentación Italiana © #1 [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora