Capítulo 32

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Sangre, huidas y hermandades

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Sangre, huidas y hermandades.




Alessandro.


El olor intenso de sangre golpeo desesperadamente mis fosas nasales dejándose que se mezclaran junto con el olor descompuesto de un cuerpo estando días sin signos vitales y también el humor del cigarrillo que mantengo en mi boca, mientras sigo cortando en pedazos el brazo de mi presa que se mantuvo cautiva por unas semanas bajo el cuidado exclusivo de Maurizio, quién se encargó de despellejar la piel y también cortar su miembro en pedazos medianos para cocinarlos en el horno para sus perros que gustoso aceptaron su comida saboreando hasta el último trozo sin desperdiciar nada de la carne.

—Pero veo que eres más sádico que yo— suelta una voz masculina a mis espaldas y seguí con lo mío— ¿A quién le darás esos pedazos de rostro?

—Un saludo cordial para la familia— contesto secamente pasando mi antebrazo por mi frente manchándome de sangre y apoye mis cortes en la mesa de metal— Siempre un asesino tiene que dejar sus condolencias a la familia.

—Estás hasta el cuello con la cacería de los Lombardi, y tú te la pasas de carnicero— me responde quedándose al frente mío y tiré mis obsequios en una caja cubierta de papel rojo con negro.

—¿Quieres que este llorando como magdalena por los rincones? — le pregunte hosco y solté el humo de mis labios. — No es lo mío llorar.

—Tampoco es que tengas sentimientos, Alessandro— se encoge de hombros y le hace una señal a un hombre que se aproxima hasta nosotros. — Lleva este regalo a la familia Moore, saludos cordiales para la familia. Me apena mucho que su hijo muera de una manera tan desagradable.

—Como ordene, Capo— le responden agarrando el paquete en sus manos y Maurizio colocó una nota en el lazo negro que se mantiene bien pegado en la tapa.

—Sabes dónde dejarlo— le habla una vez más y tiré mi cigarrillo al suelo para aplastarlo.

Me encaminé hasta el lavado de manos abriendo el grifo de agua fría y pase mis antebrazos por debajo de la lluvia de agua, al igual que limpiando mi rostro para no dejar rastros de sangre y menos de esa escoria que bien muerta porque no existe más en este mundo y menos que menos seguirá perturbándole la vida a Nicole más de la que ya mantiene.

—Esto de la carnicería me está agradando, muchacho— habla la voz de Maurizio y limpio mi rostro con la toalla blanca para enfocar mis ojos en él— ¿Quién es nuestra próxima víctima?

—Tengo una lista que me haré cargo personalmente de darles un grato saludo— le contesto encogiéndome de hombros quitándome a la fuerza mi camisa manchada rompiéndola en pedazos y me coloque una nueva que me trajo una sirvienta.

Tentación Italiana © #1 [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora