40. Tenemos visita

111 10 27
                                    

Unas semanas más tarde

Dylan y Yue han pasado juntos otro fin de semana increíble y apasionado. Esos días en el ático son como pequeñas lunas de miel que disfrutan enormemente porque les dan algo que anhelar durante toda la semana.

Además, no pueden creer que haya pasado tres meses desde que se casaron en Las Vegas. Si todo va bien, Dylan planea darle a Yue una boda de verdad una vez que sea un hombre libre con borrón y cuenta nueva. En este momento, estar casados en secreto y asegurarse de que nadie más se entere, excepto Darren y César, que ya lo saben, es toda una aventura y hace que la relación sea mucho más emocionante.

Hoy es lunes de nuevo y llegaron tarde al trabajo por la mañana como de costumbre porque ninguno de los dos quería levantarse de la cama; seguían pidiendo un beso más y cinco minutos más de estar acurrucados. Siempre es difícil volver a la realidad, y aún más difícil seguir viviendo separados.

Uno pensaría que ya han abordado el tema, pero no es así. Dylan todavía está convencido de que el arreglo de los días de semana es lo mejor para Yue, mientras que Yue todavía no tiene el coraje de preguntarle si le gustaría mudarse con ella. ¿Quizás ella hoy sea lo suficientemente valiente como para decir algo?

***

El ascensor se abre en el quinto piso y Yue agarra la mano de Dylan con vigor. Él mira sus manos unidas y levanta las puntas de los labios con ternura. El hecho de que Yue lo quiera tanto siempre lo hace sentir especial. No es una mujer necesitada ni pegajosa, es fuerte e independiente. Entró en el FBI, lo cual es asombroso, ya que muchas personas lo intentan y muy pocas lo logran. Es inteligente, capaz y hermosa. Por eso, saber que un ser humano tan maravilloso lo necesita y quiere darle todo su amor hace que el pecho de Dylan se prense y su corazón se salte un latido cada vez que reflexiona sobre ello.

Caminan hacia sus apartamentos con muchos pensamientos dando vueltas en sus mentes. Cuando se detienen frente a las puertas, Dylan mira a Yue y le da un beso en la frente; en los días de semana nunca besa sus labios, pues sería más difícil alejarse de ella si lo hiciera.

"Me daré una ducha y vendré a cenar, ¿de acuerdo?" Ese es el ritual habitual.

Dylan se da vuelta hacia su puerta, pero siente un tirón en el brazo y su cuerpo rebota hacia atrás para encontrar los ojos grandes y brillantes de Yue mirándolo fijamente. Su pulso se acelera porque sabe que ella quiere algo de él.

"Vamos a ducharnos juntos..." le pide débilmente, con el corazón acelerado como un tren de alta velocidad, aterrorizada de ser rechazada.

Pero ¿cómo puede rechazarla? Dylan lo intenta: su cerebro le envía la señal a su boca para decir la palabra "No", pero sus labios se niegan a obedecer la orden.

Dylan agarra también la otra mano de Yue y las sujeta por encima de su cuerpo contra la pared del pasillo. Con los ojos fijos el uno en el otro, se inclina para rozar sus labios y se detiene allí; su aliento sale en afanosas exhalaciones que bañan la cara de Yue y hacen que sus rodillas se tambaleen.

"¿Por qué?" murmura contra sus labios mientras su nariz le roza la mejilla. "¿Por qué quieres que nos bañemos juntos?"

Yue cierra los ojos y recupera el aliento, pero entonces un ruido proveniente del apartamento de ella los interrumpe.

¡Rayos! Yue estaba a punto de decirle que ya no quiere dormir sin él. En cambio, ambos salen del momento y enfocan la mirada en la puerta de Yue.

"Probablemente sea Bigotes. Carol me envió un mensaje de texto diciendo que lo dejó esta mañana antes de ir a la escuela porque pasará la noche en la casa de una amiga", explica Yue.

Amor criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora