38. Juego peligroso

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Domingo en la noche

Dylan y Yue acaban de terminar de cenar una de las últimas comidas deliciosas preparadas por Lucía, la ama de llaves que pronto será despedida. Aunque los manjares han sido sabrosos, Yue no duda en su deseo de despachar a la mujer, sobre todo porque quiere construir una nueva vida con Dylan, no una existencia hecha de retazos, medio vivida y medio empezada.

No obstante todo, en el fondo, Yue aprecia lo dispuesto que está Dylan a aceptar sus solicitudes. Ni siquiera se inmutó cuando le dijo que tenían que reemplazar a la pobre Lucía.

¿Cómo puede ser tan fuerte el amor y vínculo que comparten si solo se conocen desde hace poco más de 4 meses? Las dudas comienzan a inundar la mente de Yue. ¿Puede esta relación realmente durar si se construyó tan rápido?

Al darse cuenta de lo distraída que está Yue mientras juega con los cubiertos en el plato, Dylan la llama repetidamente por todos los apodos que le tiene en un tono suave.

"¿Shen Yueee?" su tono se hace un poco más alto ahora, ya que es la cuarta vez que la llama.

"¡¿Qué?!" Yue exclama y deja caer el tenedor en el plato, provocando un tintineo fuerte.

"¿Estás bien? Has estado mirando el plato durante 10 minutos. ¿Qué pasa?" Dylan apoya con compasión la mano en su hombro y Yue siente el calor de su toque a través de la bata.

"¿Dylan?"

"¿Sí?"

"¿Por qué decidiste ser pintor?"

Dylan inclina la cabeza con curiosidad ante la repentina pregunta.

"Quiero conocerte mejor. Siento que tenemos que hablar más..." Yue dispara de la nada.

¡Ahí está! Dylan sabía que ella se resentiría por el acuerdo del fin de semana, aunque no pensaba que sería tan pronto. La actitud de él cambia y Yue se da cuenta de inmediato. Se pone de pie y se concentra en colocar lo que se utilizó para la cena dentro del lavaplatos.

Yue salta de la silla, preocupada, y lo abraza por detrás. "No quise decir que deberíamos reemplazar la pintura con la conversación... Yo solo..." Yue solloza y Dylan siente una punzada en el corazón.

Se da la vuelta rápidamente y la abraza con fuerza. "¿Por qué estás llorando? ¿Qué quieres saber? Te lo contaré todo..." intenta remediar.

Dylan la toma de la mano y la lleva al sofá, donde la sienta en su regazo. Pero las lágrimas de Yue a este punto fluyen como un río hacia el mar. Sus inseguridades todavía le juegan malas pasadas, especialmente porque le está por llegar el período. Toda su vida, Yue ha sentido que no es suficiente para nadie; ¿cómo puede ser ella suficiente para Dylan? ¡Quizás sería más feliz con Lucía!

"Ojalá pudiera leer tu mente ahora mismo, galletita. Me estás mojando la camiseta y no tengo ni idea de por qué. ¿Es porque no respondí tu pregunta de inmediato? Lo siento, no debería haber reaccionado de esa manera". Entonces Dylan recuerda que su ciclo está pronto a venir; tal vez sea eso, quizás sus sentimientos estén desparramados por todos lados, hasta más de lo habitual. La mamá de Dylan se ponía muy emocional cada mes; él recuerda claramente que su padre le ordenaba a los chicos que dejaran a mamá en paz periódicamente, y alrededor de los 14 años Dylan descubrió por qué. Le dio un poco de grima, pero le ha ayudado a ser más comprensivo con las mujeres. "Llora todo lo que necesites, dulzura. Cuando estés lista, te contaré por qué me convertí en artista".

Yue tarda unos 5 minutos en recuperar la compostura. Se siente tan tonta, llorando así frente a Dylan, aunque él la apoya de tal manera que ella no puede dejar de sentirse agradecida. Su próxima visita mensual es definitivamente la culpable de su conmoción.

Amor criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora