51. Mi persona favorita

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Domingo por la tarde

Son las 6 pm y Yue está sentada en el sofá de la sala respondiendo los mensajes de texto de Lina, encorvada con el teléfono en sus diminutas manos, inmersa e inconsciente de su entorno. Como Yue no había escrito en unos días, su hermana mayor se estaba preocupando y se puso algo persistente.

Dylan sale de la habitación luciendo bien con sus pantalones cortos grises de Quiksilver, su camiseta blanca sin mangas que abraza su pecho a la perfección y una camisa roja de manga corta abierta que exhibe sus brazos varoniles, pero no voluminosos. Su cabello negro brillante flota alrededor de su rostro como un cliché de película, y sus ojos radiantes reflejan la blancura de su amplia sonrisa.

Es deslumbrante y lo sabe.

De hecho, esperaba que Yue quedara boquiabierta, se babeara y sintiera que se le caían las bragas, exclamando frustrada '¡¿por qué estás tan bueno?!'. En cambio, para su decepción, Yue ignora por completo su presencia.

¿Qué rayos? Debería secuestrar su teléfono de ahora en adelante cuando vayan al ático.

Fastidiado, Dylan se acerca al sofá por detrás y tira de los hombros de Yue con ambas manos mientras la regaña: "¡Shen Yue, endereza la espalda!"

Yue se pone rígida como un soldado cuando escucha ese tono llamándola 'Shen Yue' y siente las manos decididas que ajustan su postura poco femenina, pero no despega los ojos del teléfono.

¡Maldita cosa! ¡Debería estar mirándome a mí, no a una pantalla! Pff...

Descorazonado, Dylan se vuelve sobre sus talones hacia la puerta principal y casualmente le informa: "Dulzura, volveré en media hora".

"Está bien", Yue responde instintivamente y pronto se da cuenta de lo que está sucediendo y gira su perturbado rostro velozmente hacia Dylan. ¡¿Se va?! "¡Espera! ¿A dónde vas? ¿Por qué te vas...?" ¿Sin mí, y me dejas sola en tu casa, en un fin de semana? Por supuesto, no le dice todo eso para evitar sonar pegajosa y patética, pero ¿por qué se va sin ella? ¿Dejarla abandonada era la sorpresa que le tenía? Eso no es atrayente en lo más mínimo.

Dylan voltea con una sonrisa engreída y da unos pasos confiados hacia Yue. Y, gratificantemente, ahí están el asombro, el babeo y el desplazamiento de sus caderas porque su punto débil vibra súbitamente cuando admira la incomparable belleza de él. ¡Cielos, ninguna mujer podría ser inmune a este tipo! Yo no, de seguro. Dylan puede hacer que su núcleo arda espontáneamente con esa sonrisa, esa cara, ese pelo... ¡Concéntrate!

Yue sacude la cabeza para salir del hechizo en el que cayó y encuentra la guapa cara de Dylan inclinada y divertida, sus manos cruzadas sobre su pecho con fuerza para que sus músculos y las venas de sus brazos sean más evidentes.

¡Alerta de babeo de nuevo!

"Dulzura, dije que volvería en media hora, ¿de acuerdo? No puedo decirte a dónde voy, pero prepárate. Dejé en la cama lo que te vas a poner", y muestra su seductor guiño torcido, provocando una sonrisa afectuosa en Yue.

"Está bien".

"Por cierto, no uses maquillaje o ponte solo el que es a prueba de agua".

"¿Eh?"

Y sin más, desaparece.

Yue se tumba en el sofá y abanica su rostro y pelvis con unas revistas que Dylan deja en la mesita de café. "¡Soy tan ridícula! ¡Esto es ridículo!" refunfuña. "¡¿Cómo puede hacerme esto si ya hemos pintado dos veces hoy?! ¡Ah!"

◇◇◇

Yue está en el vestidor frente a un gran espejo, revisando cómo se ve con la ropa que Dylan eligió para ella: un bikini y un lindo vestidito de playa, ambos blancos y sin tiras.

Amor criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora