68. La única cosa

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"Déjala en paz", ordena Dylan tan pronto como recupera algo de compostura. Aunque siente el corazón en la boca, hace su mejor intento de no mirar el vientre de Yue para que el hombre no descubra que tiene en sus manos no una, sino las dos cosas más preciadas para Dylan en todo el mundo.

"No. Por tu culpa tengo orden de arresto en mi cabeza. ¡Tienes que pagar!" El Ruso responde con su voz severa y fuerte acento y apunta con el arma a Dylan mientras su otra mano todavía está amordazando a Yue.

Yue mira fijamente a Dylan con el pecho agitado y las fosas nasales y los ojos agrandados, pero no ha perdido la calma; Yue se ha entrenado para eventos como este. Ella sabe cómo debe reaccionar y trata de transmitirle ese mensaje a su esposo. A pesar de que durante los últimos 2 meses no ha trabajado como agente, no ha olvidado su entrenamiento. Además, Dylan y ella ya se enfrentaron a algunas situaciones bastante peligrosas cuando trabajaban juntos de forma encubierta, y practicaron qué hacer si uno de ellos era tomado como rehén.

Yue abre mucho los ojos y parpadea dos veces de forma lenta para indicarle a Dylan cuál será su próximo movimiento. Por supuesto, Dylan ha mantenido la vista fija en ella y distingue su señal. Se supone que él debe evaluar la situación y después darle una respuesta disimulada.

"NO la lastimes, por favor", Dylan enfatiza el no y Yue se da cuenta de que no quiere ponerlos a ella y al bebé en riesgo, pero prolongar esta situación no conducirá a un resultado positivo. Cuanto antes termine el asunto, mejor.

De hecho, no han pasado más de tres minutos desde que Dylan salió de la ducha, pero se siente como si hubiera sido una insufrible hora.

De nuevo, Yue le da la señal: dos parpadeos lentos.

Dylan resopla frustrado porque se da cuenta de que no hay otra manera de salir de este embrollo. "Está bien", finge hablarle al hombre, pero esa es la respuesta que Yue esperaba, "¿qué quieres de nosotros?"

"Quiero que pagues por..." El Ruso no consigue terminar la frase cuando siente una punzada de dolor en los dedos. "¡AAHH! ¡Me mordiste!" grita.

A partir de ahí, todo parece suceder increíblemente rápido y, sin embargo, en cámara lenta, como si fuera una escena de la película The Matrix.

Yue balancea las piernas para darle estabilidad a su cuerpo y dobla su torso hacia adelante para obtener espacio para maniobrar –típico movimiento de autodefensa–. Lanza los codos hacia atrás varias veces para sacarle el aire al agresor y se da la vuelta para golpear su barbilla hacia arriba con todas sus fuerzas. El hombre parece rebotar y, aturdido por el caos, apunta la pistola hacia las piernas de Dylan.

Tan pronto como Yue se ha liberado, Dylan se arroja encima del Ruso y ¡BANG! El tipo aprieta el gatillo cuando Yue le ataja el brazo en un intento de robarle el arma.

"¡DIDI!" Yue clama presa del pánico al ver la dirección del disparo.

Afortunadamente, la bala viaja entre las piernas abiertas de Dylan, abriendo un agujero a través de su toalla, a solo centímetros de su hombría.

Aun así, no hay tiempo para reflexionar sobre lo que podría haber sucedido. Dylan se precipita sobre el hombre como un toro y El Ruso aterriza en el suelo, soltando el arma por encima de su cabeza.

"¡Casi me disparas!" Dylan gruñe y le da un puñetazo en la cara.

Yue toma el arma y le exclama a Dylan que suelte al tipo porque ahora ella tiene la ventaja. Sin embargo, Dylan está demasiado absorto, azotando repetidamente a la persona que casi arruinó su oportunidad de tener más hijos.

El Ruso, que no es un hombre pequeño, por el contrario, hace todo lo posible para defenderse, pero no tenía idea de que Dylan era un cinturón negro de artes marciales mixtas. Sus golpes son bien dirigidos y con propósito. Infligen el mayor dolor y daño con el uso del enfoque y la coordinación, sin importar el tamaño del oponente.

Amor criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora