72. Lo eres todo

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Yue camina inquieta de un lado a otro del oscuro dormitorio. Detrás de ella, la puerta del baño está abierta y la luz que sale de ahí perfila su silueta. Lleva puesto un pijama de rayas y la suave tela acaricia su pequeña figura; murmura palabras incomprensibles, tiene el ceño fruncido y una expresión de confusión en el rostro.

"¿Cómo...? Es imposible..." son las únicas palabras que Dylan puede entender cuando se detiene en la puerta de la habitación, apoyándose en el marco con una media sonrisa en los labios.

¡Es tan tierna! Pero ¿qué hace?

Dylan decide preguntar. "¿Galletita?"

"¡No!" Yue lo corta bruscamente y lo mira, desconcertando aún más a Dylan. "¡No te atrevas a llamarme así!"

¡¿Qué?! ¿Qué está pasando aquí?

Pero primero lo primero: como los niños por fin están dormidos, Dylan le pide a Yue que baje la voz, porque lo último que necesitan ahora es que llegue corriendo uno de los chiquillos, llorando y pidiendo atención.

Dylan cierra suavemente la puerta, camina hacia Yue sin entender nada y la toma dulcemente de la mano. Un par de pasos más y se sienta en la cama, coloca a Yue frente a él, la observa con cariño y le pone las manos en las caderas.

"¿Qué he hecho esta vez?", pregunta en tono sincero, pero al mismo tiempo intenta contener una risita. "¿Qué le pasa ahora a mi señorita?"

Últimamente, Damián y David le han dado mucho trabajo a sus padres. Y es que, cuando un niño de cinco años se da cuenta de que tiene un aliado en su hermanito de dos años, el hogar puede convertirse en las secuelas de un tornado en cuestión de segundos, y Yue espera que Dylan colabore más en enseñarle a los chicos cómo comportarse. Este ha sido el tema de la mayoría de sus recientes discusiones familiares.

"Lo has vuelto a hacer", Yue responde con la cara de un chico que habla a regañadientes, cruzando los brazos sobre el pecho.

Dylan suelta la risita que ha estado aguantando. "¿Qué? ¿Qué he hecho ahora?"

Yue hurga en el bolsillo de su pijama, saca la causa de sus problemas y extiende la mano abierta para mostrarle algo a Dylan. "Esto es lo que has hecho".

"Ooh", es lo único que Dylan se atreve a decir al mirar fijamente el test de embarazo, aunque está más que nada pensando en cómo pudo su linda esposa meterse eso en el bolsillo sabiendo que le había orinado encima. Qué asco.

¡Concéntrate Dylan!

La verdad es que Dylan estaba cien por ciento seguro de que iban a tener cinco hijos porque lo sintió desde el momento en que Damián fue concebido, y lo ha sentido con cada concepción desde entonces.

Por otro lado, después de haber tenido a David -que le ha dado mucho trabajo a sus padres desde que nació-, Yue estaba segura de poder evitar otro embarazo, sobre todo porque no lograba asimilar de forma racional que la corazonada de Dylan fuera una predicción de algo inevitable. ¿Cómo podría ser eso posible? Le cuesta entenderlo porque ella es una chica pragmática, una mujer que tomó las riendas de su destino tras el fracaso de su matrimonio arreglado. Aunque admite abiertamente que los otros cuatro embarazos fueron una distracción, fruto del amor y la pasión unidos al descuido, no este último. Yue ha sido cuidadosa al extremo, especialmente en los días más peligrosos de su ciclo.

¡No es posible y lo demostraré! se decía a sí misma una y otra vez durante los dos últimos años.

Tras meditar un poco en sus siguientes palabras, Dylan se atreve a preguntar: "¿No quieres a este bebé, galletita?"

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⏰ Última actualización: Nov 02 ⏰

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