Margarita.

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Sharon.

—¿Están cómodos?—Pregunta Layla.

—Sí, me agrada esto.

Layla nos trajo a un hotel cerca de la playa, pidió el penthouse. Estoy compartiendo mi habitación con ella.

—Es una buena vista.—Habla Diego.

Somos los únicos despiertos, el resto llegó a comer y dormir. Yo no quise porque se me hace difícil dormir, Layla dijo que se pondría de mal humor y Diego dijo que estaba bien así.

—¿Podrías ayudarme con mi español?

—Claro, linda.

Corro y busco mi libro de español. No recuerdo en qué maleta la dejé así que me demoró un poco más de lo que pensaba, cuando lo encuentro vuelvo.

—Yasmine está peor.—Escucho que dice Diego.

—Y tú te llevas la mejor parte de ella.—Le responde Layla.

—¿Eso crees?

—A mi trato de golpearme en el bus.

—Ella dejo que mi cabeza golpeara con la ventana. De verdad no la entiendo. Quiere que me abra más con todos y cuando lo intento, se enoja. Es más fácil entenderte a ti.

—Supongo que ella se refería a los chicos y a Skylar.—Sucede una pequeña pausa, me asomo y veo a Layla tomando la mano de Diego.—Lo estás haciendo genial y agradezco que me des la oportunidad.

Diego le sonríe y me impresionó al ver esta escena.

Vuelvo a pegarme a la pared. Yo pensaba que Diego sentía algo muy fuerte por Yasmine, pero tal vez eso está cambiando. ¿O es Layla?

Escucho el sonido de una puerta y veo que Yasmine y Sky salen.

—¡Chicas!—Hablo un poco más alto. No quiero ver a mis amigas pelear.

—Hola ¿Dormiste?

—No soy como Carlos.—Me río y las veo.

—¿Vas a estudiar español?

—Sí, le pedí ayuda a Layla.

Caminamos y vemos a Layla tocando la frente de Diego.

—¿Diego está bien?—Pregunta Sky echándole una mirada a Yasmine.

—Le duele la cabeza. Le estoy poniendo una crema mentolada, ya le di una pastilla.

Se separa de él y le da sus lentes oscuros.

—¿Por qué tienes dolor de cabeza?—Se acerca Yas a dónde está Diego.

—No lo sé, solo sé que me duele.

—Es por el viaje.—Comenta Layla.—No está acostumbrado. Alex, Carlos y Sean también tenían dolor de cabeza, la pobre Mary se mareo, Stacey sentía náuseas y David casi vomita.

—¿Sean? ¿Cuándo pasó eso?

—Cuando ustedes no quisieron comer y prefirieron dormir. No todos son iguales. En realidad me alegra que Yas esté bien.

—¿Cómo sabes que estoy bien?—Pregunta tomando el plato de comida que le da Layla.

—Tienes hambre, eso es buena señal y no te estás quejando.—Yas abre la boca, pero Layla levanta la mano.— Ahórrate el comentario. Vamos Sharon.

Me guía hasta la terraza y nos sentamos en la mesa.

—Bien, comencemos.

Pasan las horas y sigo aprendiendo con Layla, ella tiene mucha paciencia, igual o incluso más que Daniela.

Después del cambio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora