Después del cambio.

Fiesta de bienvenida.

Carlos.

No puedo creer que ya estoy aquí.

Todo está como lo recordaba. La bienvenida de todos fue tan cálida y con energía.

—¡Carlos!

—¡Tía Carmen!

La abrazo y la cargo haciéndola reír.

—¿Cómo está el niño consentido?

—Más guapo que nunca, soy el más guapo de la familia y me alegra que siga siendo así.

Ella se ríe y ve hacia atrás.

—¿Tus amigos? ¿Alguna es tu novia?

—Usted me conoce ¿Cuál crees que sea?

Ella observa a las chicas detenidamente, sé que las evalua.

—Estoy entre dos. La morena y la pelirroja.

—Dios me salve, si siquiera pienso en tener a Carlos como novio.

Mi tía y yo nos reímos.

—Eso me deja a la que no te quita la mirada de encima.

—Red velvet, acércate, por favor.

Camina hasta ponerse a mi lado y le pasó un brazo por los hombros.

—Tía, ella es mi novia Sharon. Red velvet, ella es mi tía Carmen.

—Un gusto.

—El gusto es mío preciosa. Pasen.

Vamos a la cocina y hay un olor delicioso.

—Este es el lugar favorito de Carlos.

—No nos sorprende, también es su lugar favorito en Nueva York.

—¿Puedes dejar de burlarte de mi, enana?

—No, es divertido molestarte.

—Ven, mi muchacho, hice tu comida favorita.

—¡Siiiiii!

Corro para buscar todos los platos, cubiertos y vasos.

—¿Pasta y carne?—Pregunta Sean.

—Es la pasta y la carne de mi abuela, nada sabe igual, le agrega una salsa de tomate especial que ella misma cocina y queda como plato de dioses.

—Hijo, no hay nada de tomar.—Me informa mi abuela.

Veo en la cocina y noto que Tony y Ricardo nos siguieron.

—¿Me puede hacer la segunda con eso?

—Claro, bro.

—No tengo plata ¿Y tú, Tony?

—Pensé que tu tenías.

—Tengan.

Les doy dinero para una bebida y se sorprenden al ver los dólares.

—No creímos necesario cambiar a bolívares.

—Entiendo, es razonable. Solo es extraño verte así y cargar con los verdes. Ya venimos.

Se van.

—Son simpáticos.—Me dice David.

—Con ellos podemos jugar una partida de truco y de fútbol, para que mejores.