Después del cambio.

Leyendas y Mitos.

Sharon.

—Tus ojos están muy hinchados.—Le informo a Layla.

—Lo supuse ¿Tienes unos lentes oscuros?

—Claro.

Busco mis lentes más oscuros y se los doy. Ella se los coloca y le quedan genial.

—Así Derek no perderá la cabeza, ni Carlos.

—Creo que hoy el viaje lo veremos más largo de lo que será realmente.

—Ni me lo digas. Me duele horrible la cabeza.

Va a su bolso de mano y toma una pastilla.

—Ahora veo el beneficio de tener un vaso con agua.

—Y yo veo el beneficio de que me burlé cada vez que ustedes decían vaso de agua.

Me río al recordar eso. Es cierto que gracias a ella ya no decimos "Vaso de agua", ella siempre respondía que nunca había visto un vaso hecho de agua.

—Vamos.

Vamos a la cocina donde Dani tiene todo el desayuno listo.

—Café para Sharon, Café con leche para Layla.

—Gracias.—Decimos al unísono.

—El viaje lo veré eterno.—Comenta Dani.

Se empiezan a escuchar unos gritos.

—¿¡Qué está pasando!?—Sale Carlos con un zapato en la mano.

—Son Stacey y Mary.—Asegura Layla.—Siempre están peleando.

—Me asustaron.

—¿Esa es tu arma? ¿Un zapato?—Le pregunta Layla con una sonrisa.

—Es lo único que encontré.

Él se pone su zapato y viene conmigo, me da un beso haciéndome sonreír.

—¿Podemos hablar?—Le pregunto.

—Layla.—La llama. Supongo que piensa que ella está mal.

—No es malo, bueno, no es malo en su relación, tú eres el problema.

—¡Oye!

—Vamos.

Nos devolvemos a mi habitación y hago que se siente en la cama.

—¿Qué pasa?

—Quiero que se detengan las discusiones. Te lo digo porque la mayoría de éstas, tú eres parte de ello.

—Lo siento, no pensé que te hacía mal eso.

—No le quería prestar atención, en lo personal no quiero involucrarme para no estar ni de un lado ni del otro.—En ese momento recuerdo la triste noche que pasó Layla.—Pero no está bien discutir tanto.

—Prometo tratar de no hacerlo más, no puedo prometer no hacerlo porque me conozco, sin embargo haré mi mejor esfuerzo.

Me muerdo la parte de adentro de la mejilla. Carlos me toma de la cara.

—No te muerdas, red velvet. Mejor dame un beso.

Sonrío, me acerco y me dejó llevar en sus labios. Nos besamos lento y con pequeñas pausas.

Sus besos hacen que me olvide de todo. Me recuesta en la cama para seguir más cómodos.

Escuchamos un golpe fuera de la habitación.

—¡Mierda! Sam no estoy para juegos ahora.—Escuchamos a Derek.

—Es mejor que salgamos, hay que viajar, corazón.