Capítulo 5

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  La escuela estaba siendo un maldito fastidio en esos momentos, sumando que hacía ya dos noches que no veía a Taehyung en su forma humana. Luego de decirle prácticamente que la amó cuando era tan solo una niña y que luego ella misma fue quien lo devolvió a su peor miedo por cinco años, se convirtió en peluche y no volvió a transformarse, ni siquiera ese día por la mañana cuando se preparaba para la escuela.

  Luego de haber escuchado las palabras de Taehyung ya no se fiaba de nada, fue entonces que comenzó a cambiarse en el baño y no en su habitación, porque aunque él no se mostrara en su formato de ser humano, podía seguir observándola a través de esos ojos de plástico.

  La mañana se le pasó lento, igual que todas las anteriores de lo que llevaba la semana. Lo peor de todo es que ningún día estuvo soleado, y por las tardes, la tormenta amenazaba con hacer presencia en su ciudad. Ese día no sería la excepción.

  Miró nuevamente el cielo y se despidió de su grupo de amigos para comenzar a caminar rumbo a la parada de autobús. Se sentó en el banco oxidado y miró por la calle esperando a que su micro llegara.
  Comenzaba a hacer frío y la falda del instituto no ayudaba para nada. La piel se le ponía de gallina cada vez que el viento soplaba y se colaba por debajo de la tela, llegando a su zona íntima, pero aunque tuviera el short de precaución, el aire se escabullía como podía por debajo de éste. El cuellito que llevaba puesto tapaba las marcas que había dejado Taehyung hace unos días, las cuales por suerte no fueron notadas por nadie a excepción de ella y el peluche que la observaba todo el tiempo encima de su cama.

  La verdad es que no sabía ni siquiera lo que le había ocurrido a ella. ¿Dejarse besar por esa cosa cuando no tiene idea de lo que es?, tenía serios problemas. ¿Quién la seguraba que en realidad estaba besando a un humano?, lo más bien podía haste ser un alien. Quería respuestas, respuesta para poder descubrir qué era.

  Cuando llegó a su casa dejó la mochila sobre el sofá de siempre y subió apresurada las escaleras, pero a medio camino frenó de golpe sus pasos al escuchar el sonido de música proveniente de su parlante. Con el ceño fruncido y atenta a cualquier peligro se fue acercando a la puerta de su habitación, la abrió con sigilo, pero lo único que alcanzó a ver fue a TaeTae caer de una altura considerada hasta el suelo. El hijo de puta se había convertido de nuevo en el jodido peluche.

—¿Te gusta la música clásica? —preguntó, escuchando el ritmo alegre del tipo de música que salía por las bocinas del parlante.

  Claramente no obtendría una respuesta, por lo que se acercó al juguete, lo miró breves segundos y luego lo dejó en la orilla de la cama. Le dio una rápida mirada a la habitación notando como algunos cajones de su ropero estaban abiertos, aunque uno logró llamar más la atención de Isabella. Observó su ropa interior un tanto revuelta y pudo percatarse de que una en especial faltaba entre todas ellas.

—Maldito pervertido. —susurró inaudible mientras cerraba el cajón dispuesta a encararlo.

—¿Buscas esta?

  La piel se le puso de gallina en cuanto escuchó su voz gruesa una vez más, sintiendo que no lo había escuchado por siglos. Volteó su rostro en su dirección y lo primero que vieron sus ojos fue la tanga de encaje color roja que colgaba de uno de sus largos dedos. La sonrisa en su rostro le daba a entender perfectamente que se había salido con la suya.

—¿Por qué la sacaste?

—Es mi favorita. —se alzó de hombros dándole una rápida mirada a la tela. Estaba sentado en una de las esquinas de la cama, específicamente la que se encontraba más cerca de ella.

—Dámela.

—Ah-ah —negó con su cabeza guardando la tanga en uno de sus bolsillos. —. Me la voy a dejar, quizás algún día te ordene que la uses.

𝒯𝑒𝒹𝒹𝓎 𝒷𝑒𝒶𝓇  | 𝐊. 𝐓𝐇 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora