Capítulo 9

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  Su pecho se movía de manera exagerada cada vez que subía y bajaba su cuerpo. Estaba sudando por doquier y el esfuerzo de no querer parar le incitaba a seguir haciendo dicha acción. Cuando se llevó las manos detrás de la cabeza y una mueca de dolor se le formó en el rostro, su profesora hizo sonar el silbato. Y como si todos fueran unas plumas, cayeron de espaldas al suelo. El cabello estaba pegado en su frente y el rostro lo tenía tan rojo como un tomate.

—¡Voy a morir! —gritó su mejor amiga a unos pasos de distancia.

—¡Vamos muchachos!, ¡Tampoco fue tanto, exagerados!

  Por pura inercia, ambas amigas levantaron sus cabezas y se miraron con una mueca de horror en sus rostros. Luego tomaron pie entre tambaleos y se acercaron a sus bolsos con la única intención de poder tomarse casi toda la botella de agua que habían llevado. Cuando sus compañeros comenzaron a irse, ellas decidieron hacer lo mismo, por lo que luego de estirar los músculos se despidieron de su profesora y salieron de la escuela con gran lentitud.

—¿Irás esta noche? —preguntó Tamara a medida que se acercaban a la parada del autobús.

  Isabella le dio una rápida mirada al interior de su bolso, haciendo una mueca para luego volver a tomar agua.

—No lo sé realmente.

—Ve, perra. Será estupendo, Irán personas de la universidad —insistió la pelirroja. —. Probablemente vaya Erick.

  Isabella giró su cabeza en su dirección y cuando vio la sonrisa que se le formó a su amiga por su repentino interés, le dieron ganas de golpearla.

—Aún así, no lo sé.

  Tamara bufó, mirando a lo lejos como el autobús se acercaba de a poco.

  La morocho no mentía, en realidad tenía pensando comenzar con la dicha búsqueda de esa tal bruja. Quería respuestas, y aunque el tema principal allí era el asiático, ella estaba mucho más interesada que él mismo en descubrir todo. Además, nadie quisiera tener ese tipo de vida, no poder envejecer y tener que ocultarte de las personas, a parte de ver a los que amas irse con el tiempo.

—Piénsalo, solo eso te pido. —levantó su mano para que el chófer parara el micro frente a ella.

—Lo haré.

  Cuando Tamara desapareció en el interior del vehículo, Isabella soltó un suspiro volviendo a mirar el interior de su bolso. TaeTae estaba recostado boca arriba, con sus ojos de plástico mirando al cielo, aunque sabía perfectamente que a quien miraba en realidad era a ella.

  No sabía en qué maldito momento había terminado con el peluche dentro de su bolso de Educación Física, pero por lo que ella presentía, era obvio que el asiático se había metido por su propia cuenta cuando ella estaba en el baño. Era vivaz y silencioso, tanto que no se percató de él hasta que buscó su botella de agua minutos antes de salir de la escuela.

  Con sus ojos observó la parada, completamente vacía a excepción de ella y Tae. Se aferró más a la correa y en una acción disimulada se acercó un poco el bolso al rostro.

—Eres un jodido molesto. —cerró con brusquedad el cierre.

  Comenzaba a conocer más sobre sus actitudes, aún si llevaran solo unas semanas hablándose desde que Taehyung se dio a conocer, Isabella sentía que lo conocía desde mucho tiempo atrás. Aunque esto no era del todo erróneo teniendo en cuenta que lo tenía desde pequeña, el hecho de que ahora su peluche favorito sea un hombre que convive con ella las veinticuatro horas del día, durante toda la semana, había provocado que la confianza en ambos se agrandara un poquito más.

𝒯𝑒𝒹𝒹𝓎 𝒷𝑒𝒶𝓇  | 𝐊. 𝐓𝐇 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora