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Limpio el sudor de sus manos contra su pantalón y soltó al aire a la vez que acomodaba su cabello y se encamino a la entrada de la gran casa del famoso tommy shelby.
Tuvo que esperar un momento, hasta que la recibió una ama de llaves que rápidamente la dejo sola en la entrada para irse en busca del señor shelby.
Miro a su alrededor apreciando los grandes cuadros colgados de las paredes. Uno en especial llamo su atención, era uno de grace junto a las escaleras. Sonrió por inercia, siempre se le había hecho una mujer hermosa a pesar de las diferencias que habían tenido a lo largo de la vida, lamenta mucho que haya perdido su vida de esa forma.
Alguien se aclaro la garganta a sus espaldas haciendola dar un pequeño brinco antes de girarse.
—Thomas shelby..—Susurro y rápidamente volvió a su postura firme sin dejarse intimidar.—Espero no molestarlo, señor.
—¿Qué haces aquí?— Consulto poniendo un cigarro entre sus labios para seguidamente prenderlo. No podía negar que thomas, siempre lucía atractivo.
—La última vez que tuve el placer de hacerle un traje, le prometí que le haría uno para su hijo y tuve mucho trabajo este tiempo, pero aquí tiene lo que le prometí.—Le enseño la bolsa con una sonrisa amplia.
—¿Cuanto es?—La miro, notando la expresión confusa en el rostro de la pelinegra.
—Es un regalo, tommy.—Le dijo como si no fuera obvio.—Es para charlie, no debes pagarme nada.
—¿Y por qué el regalo?—Su tono de voz se escuchaba un poco a la defensiva. No confiaba en la gente y eso era notorio, o tal vez, solo no acostumbra a recibir regalos.
Suspiro.— Solo es un detalle, para su hijo. Le dije la última vez que nos vimos que le haría un traje al pequeño...
Asintió levemente sacándose el cigarro de la boca. Parecía que no estaba en un buen momento, incluso la pelinegra podía percibir que no estaba durmiendo muy bien, porque sus ojeras estaban marcadas.
—Disculpe, no quiero ser o sonar entrometida, ¿Pero se encuentra bien, señor?
—¿Por qué, no iba a estarlo?
—Se lo ve cansado, señor.—Admitió mirándolo y sus mejillas tomaron un color carmesí, se sentía un poco entrometida.—Pero, no es algo que me incumba.. Solo vine a traerle el regalo a charlie.—Se retracto antes que él pudiera contestarle.
—Acompañame.—Pidió pasando por su lado para comenzar a subir las escaleras. Con dudas lo siguió. Termino guiándola al cuarto del pequeño, el cual se encontraba jugando.
—Espero haber hecho bien las medidas, esta mucho más grande de lo que recordaba.—Miro al pequeño. Pesando que al traje lo hizo con medidas de otro niño, esperando haberle atinado.
—Ve, pruebale el traje.—Le señalo el interior de la habitación. Ella asintió con una sonrisa nerviosa entrando al cuarto.
Dejo la bolsa a un lado, agachándose a la altura de charlie que en menos de la mitad de un segundo ya estaba sonriendole.
—Hola, pequeño.—Le sonrió mientras comenzaba a cambiarlo con cuidado bajo la atenta mirada de tommy.
—¿Y? ¿Qué tal?
—Le va perfecto, espero pueda usarlo pronto.—Sonrió ampliamente con el niño aun entre sus brazos —Y parece que a él le encanto.
Thomas, asintió.— Gracias por el regalo, no tenías porque hacerlo realmente.
—Fue un placer hacerlo.—Contesto rápidamente.—Le pondre su ropa, para poder retirarme.
Aviso antes de comenzar a cambiarlo nuevamente poniendole su otra ropa que era más cómoda.
—Le caes bastante bien.—Hablo tommy. Viendo como charlie no dejaba de reír entre los brazos de la joven estilista.
—Eso parece..
—Puedes venir a verlo cuando quieras, con todo lo que paso ya no tiene muchas visitas.—Admitió de forma inconsciente.
—¿En serio? No se que paso, pero vendré encantada a verlo, es un niño hermoso.
Tommy, la miro. Sin poder creer que no supiera todo lo que había pasado alrededor de su familia ese último tiempo.
—¿Juegas ajedrez?—Consulto.
—Si, no soy muy buena de todas formas..
—Me aceptas al menos una partida, y así podremos seguir charlando.
—Claro, por supuesto.
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