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SMALL HEATH.
Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, desde la punta de sus pies hasta su cuello. Era inevitable, paso noches convenciéndose de nunca volver a pisar aquellas frias calles de small heath, pero ahí estaba, de pie en una de las esquinas de aquel lugar, viendo varios rostros conocidos en cada lugar dónde posaba su mirada.
Y se sentía pequeña, small heath la hacía sentir pequeña.
Miro a su madre, notando la nostalgia en la mirada de ella.. Ambas habían dejado mucho en éste lugar y les aterraba enfrentarse nuevamente a todo eso.
—¿Athenea?
Una voz. Una dulce voz, delicada y suave llego a sus oídos. Se tensó bajo la pronunciación de su nombre y con miles de dudas y miedos, se giro encontrandose con ada shelby.
Antes de darse cuenta, ada la estaba abrazando con todas sus fuerzas. Después de todo, había pasado demasiado tiempo.
—Wow. Hola.— Contesto al romper dicho abrazo con cuidado, se sentía agobiada ante tanta demostración de cariño.. Pero, la joven shelby no se percato de eso.
—Todos te hemos extrañado, mucho más de lo que imaginas.. Sobretodo, ya sabes.. Ellos.
—Ada.. Yo..
No sabía como conectar las palabras para explicarse, ni tampoco sabía cuales serían las correctas para usar en ese momento, por lo que, se mantuvo callada bajo la mirada contraria.
—No te pido que vuelvas a hablar con él.. De todas formas, esta con lizzie.. Pero, charlie.. Seria muy especial para él volver a verte.
Su corazón se estrujó dentro de su pecho al escuchar el nombre del pequeño shelby.
—Él debe odiarme.
—No, él sigue esperándote.
Guardaron silenció. Luego de unos minutos, ada le sonrió de forma ligera antes de seguir con su camino, perdiéndose entre las calles de small heath.
—Los shelby.
Esa era su madre.
—Ve por ellos.
Nea río. —Como si fuera fácil.
—Estamos en small heath, cariño. Estas calles son su territorio ¿Lo olvidas? Probablemente, thomas shebly.. Sabe que estamos aquí, que volviste.
Eso no la ayudo.
—Vayamos a casa. —Pidió mientras comenzaba a caminar, sintiendo las miradas de los demás, escuchando sus murmuros.—Necesito un vaso de whisky.
—No suelo beber, pero también lo necesito.
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Miro a su madre; se encontraba dormida en el sofá, frente al cálido fuego de la chimenea. Un golpe leve en la puerta principal, se gano la atención de athenea por un momento, decidió ignorarlo y seguir con el libro que tenía entre sus manos, pero no dejaron de llamar, y los golpes se volvían más intensos.
Suspiró yendo a abrir la puerta principal, su respiración se corto al abrir la puerta del lugar.
Estúpidos blinders. Estúpido small heath.
—Volviste.
Su respiración se detuvo en el instante que abrió aquella puerta de madera encontrandose con los frios y cansados, ojos azules de thomas shelby.
—No deberías haber vuelto.—Dijo tom.
—Hazme el favor, vete.
Él se adentro a la casa, cerrando la puerta a sus espaldas a pesar de los intentos fallidos de athenea de no dejarlo pasar.
—¿Por qué volviste después de tanto tiempo?
Reclamo.
—¿Por qué te importa?
—Porque ya tengo una familia, athenea.
—Felicidades, tom. Pero, no volví por ti..
Era una gran mentira, pero él no sabía eso con exactitud.. O al menos, eso pensaba ella.
—¿Ah no?
Consulto incrédulo. Rebuscó en los bolsillos de su traje hasta encontrar aquel papel blanco, lo abrió bajo la mirada de la pelinegra y lo sostuvo frente a ella.
—¿Y esto?
Era su firma, en una de las tantas cartas que había escrito en nueva york.. Cartas que juraba haber tirado antes de irse.
