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Varios años antes. Cuando athenea solo era una adolescente.
「ATHENEA.
Mis rodillas golpearon el suelo, mis manos se mancharon de sangre al intentar hacer algo al respecto. Mire a mi madre, aterrada por la situación, ella entre balbuceos intento explicarse.
¿Qué había sucedido?
Lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, empapando mis mejillas en una fracción de segundo. No podía siquiera emitir una sola palabra en ese momento, hasta que entendí que debía tomar las riendas del asunto o ambas estaríamos muertas en la mañana, de eso no había dudas.
—¡Maldición, ve por agua, trapos y algo para limpiar!— Grite raspando mi garganta. alejándome del cuerpo, para verlo de lejos, intentando pensar que íbamos a hacer con él.
Mi madre, con torpeza dejo el balde de agua en el piso junto a varios trapos. En mi mente aun seguia rondando la idea de como ibamos a mover el cuerpo de un hombe de un metro ochenta y pico, con una gran contextura física. Y sobretodo ¿Cómo pudo acabar con él? Mi madre era delgada y baja a comparación de mi padre.
—¿Cómo?
—¿Como, qué?
—Eso, como lo mataste.—La mire atentamente viendo el disgusto en su rostro al escuchar la pregunta, para acto seguido ignorarme y seguir limpiando el piso.
Al notar que no iba a recibir una contestación de su parte. Decidí ir a la sala de estar, agarrar la alfombra y llevarla al piso de la cocina, justo a un lado del cuerpo.
—¿Qué haces? Esa jodida alfombra vale mucho, nea.
—Si, ¿Y sabes qué valia mucho también? La vida de papá, si alguien se llega a enterar que fuiste tú, te asesinaran. ¡Vendetta mama!
Hable con el mismo acento que el hombre sin vida frente a nosotras, su expresión me hizo reír.
—¡No seas tonta! Deja de actuar como si esto fuera una jodida broma o algo cotidiano, era tu padre.—Me regaño o lo intento.
—Mama, Per favore. Era tu esposo, te engañaba con todas las putas de este lugar y tenía el descaro de pegarte, eso fue cotidiano madre, y sabes, no hacías nada al respecto.—Negué en un suspiro pesado.—Ayudame a ponerlo en la alfombra, antes que comience a apestar.
Con disgusto volví a apoyar mis manos sobre el cuerpo para empujarlo sobre la alfombra con la ayuda de mi madre. Una vez lo hicimos, lo en volvimos dentro y seguimos limpiando el lugar con efectividad.
—¿Y ahora?
—Rogar porque no llegue alguien hasta que anochesca y enterrarlo donde van a construir el lugar para tus jodidas plantas.—La mire.—Iré a ducharme, fue una tarde larga.. No siempre matan a tu padre.
—¡Athenea! Basta de tomarlo como una broma.
—¡Los italianos vendrán por ti, mama!
Grite en broma mientras subiendo las escaleras. Lo bueno de vivir fuera de small heath, es que nadie se enteraba de lo que pasaba dentro de la casa, porque no teníamos vecinos cerca.
