CAPÍTULO 4: UNA MANO NEGRA.

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MESES DESPUÉS.

La joven diseñadora comenzó a removerse entre sus sabanas, intentando despertar de su pesadilla; golpeando y pataleando. Enredándose entre las mantas. Uso sus manos buscando algo sobre la cama, hasta que logro tirar un vaso de vidrio que se encontraba sobre la mesa de luz, y así, con el ruido del cristal rompiendose contra el suelo, logro despertar.

Su corazón golpeaba contra su pecho con fuerza y podía jurar que estaba apunto de vomitarlo. Apoyo su mano contra su pecho intentando calmarse antes de salir de la cama.

Habían sido meses difíciles, demasiado difíciles. Sus momentos de paz eran cuando iba a la casa de thomas shelby, para ver a charlie y jugar con él durante la tarde, y alguna que otra vez charlaba con thomas.

Era su momento.
Todo era paz y diversión. La risa de charlie le curaba el corazón cada tarde que pasaba con él.

—Athenea, sal de la cama.—La suave voz de su madre llego a sus oídos proveniente de detrás de su puerta. No contesto y solo se levanto.

Una vez estuvo preparada salio del cuarto, bajando al piso de abajo. Se preparo una taza de té y tomo asiento en la punta de la mesa para comenzar a revisar la correspondencia.

Había muchas cosas poco interesantes y la mayoría eran para su padre, cosas de trabajo; pero, una de las cartas capto su atención. La reviso, dándose cuenta de lo que era.

Su piel se herizo y su sangre se congelo, hasta que comenzó a atar cabos y encontró el responsable de eso.

—Hija, ¿Vas a salir? Pensaba que era tu día de descanso.—Su madre la freno antes de que llegara a la salida de la casa. Oculto la carta.

—Si, pero quede en verme con una amiga para beber un café.—Mintió. Y así su madre la dejo seguir con su camino sin hacer muchas preguntas.

Al llegar, bajo de su auto. Espero que la sirvienta le abriera la puerta, cuando pudo ingresar, ignoro el pedido de espera de la señora y se dirigió a la oficina de tommy shelby.

—¡Lo siento, señor!—Escucho la voz de la sirvienta a sus espaldas.—No quiso esperar a que le avise, lo lamento. No volvera a pasar.

—Por favor, dile que se vaya.—Pidió ella acercándose al escritorio bajo la atenta mirada del hombre, que mágicamente obedeció y le pidió a la sirvienta que se retire, que no había problema.

—Athenea, estoy con muchas cosas en este momento como para sentarme hablar contigo.—Hablo de forma muy seria.

—Dime porque eso estaba en mi jodida correspondencia.—Exigió tirandole la carta, carta que golpeo el pecho de tommy antes de caer al escritorio. Nunca le había hablado de esa forma, pero estaba preocupada.

Thomas, la miro antes de bajar su mirada a la carta sobre su escritorio, y al instante reconoció el sobre. Se sentó frente a ella.

—¿Sabes qué es?

—Si, una jodida mano negra de los italianos con mi nombre en ella.—Le contesto. Estaba realmente enojada, eso era muy notorio en el tono agresivo de su voz.

—Correcto.—Sirvió dos vasos de whisky.— Le llego una de esta a toda mi familia, no entiendo que tienes que ver en esto.—Le entrego el vaso con la bebida.

—¿Y ahora?—Pregunto con la voz temblorosa.

—Ahora, deberás quedarte donde yo esté. Comenzaras a ir armada y tendrás que estar lista para todo.—Contesto con tranquilidad, como si nada fuera tan grave.

—Se a que te refieres con "Lista para todo" thomas.— Suspiro.—Y creeme, no sera algo tan difícil de hacer. Siempre voy armada y siempre estoy lista.

—¿De qué hablas?

—Sr. Shelby, acaba de llegar ada.—Les informo la sirvienta dejando entrar a la nombrada a la oficina, cortando la conversación.

—Hola, feliz navidad. ¿Interrumpo algo?

Pregunto.

DANGEROUS BLINDERS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora