5. Recuerdos de Irasue

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A veces, sólo a veces entendía un poco a cubito de hielo.

Esta cena con socios de Kanagawa a la cual Sesshomaru no quiso asistir es especialmente aburrida. 

Toma aire nuevamente con el afán de reprimir ese bostezo... Estos empresarios son cuatro hombres que rondan los 50 años de edad humana, cuyas conversaciones extrañas son de golf, autos de colección, calzado ortopédico, recomendaciones de médicos especialistas, geriatras seguramente... Cada cosa que dicen siente que le roba un siglo de vida.

Frustrada, eleva su mirada por un instante y a través del cristal logra ver esa linda luna menguante... ¡Qué recuerdos!

Inconscientemente toca su frente, aún oculta esa zona se siente sensible al tacto... Y para desgracia suya un momento muy lejano se refleja en su memoria.

Fue alguna ocasión en que Toga, a punto de marcharse a combatir, fue a despedirse de ella, y lo hizo dando un beso en su frente...

¿Por qué de pronto recordaba ahora a ese perro infiel?

Bueno, el estar rodeada de tanto veterano seguramente le estaba causando algún efecto nocivo, posiblemente peligroso.

Luego de esta cena se firmarán los contratos correspondientes y después al fin podrá retirarse... Jura que no vuelve a asistir a una cosa de estas. Al final como representante de Kyoto debía estar Sesshomaru y no ella.

En fin, lo que una madre hace por sus hijos mal agradecidos.

Los minutos transcurren y estas personas comen demasiado lento. ¿Será acaso que las prótesis dentales se les despegan? Bueno, no le extrañaría.

Con el pretexto de hacer una llamada al socio de Kyoto para informarle los avances de este negocio, al fin se aparta por un rato de ellos.

Sin prestar atención a su alrededor toma su bolso y sale al exterior por un momento. El jardín de este restaurant es lindo y hay muchas flores. Elige cualquier lugar donde pueda estar un momento a solas, viendo los autos pasar a lo lejos, o admirando lo poco que hoy en día puede contemplarse del firmamento.

Solicita a uno de los meseros del lugar un cigarrillo mentolado. ¡Qué tiempos aquellos! Cuando el mundo no era tan iluminado y ruidoso por las noches.

Viendo en aquella dirección, una sonrisa se dibuja en su rostro. ¡Humanos estúpidos! Aún hoy en día no han sido capaces de encontrar su castillo, el cual se encuentra bien cubierto por un campo protector. 

Y le causa mucha gracia, si. Porque hace unos días en todos los medios de comunicación se habló de fallas aéreas, consistentes en pérdida de comunicación e imposibilidad de avanzar. Y si, es gracioso porque los humanos han llegado a hablar incluso de bases aéreas alienígenas, o alteraciones magnéticas del planeta. Otros culpan a ese país del norte de América, y los más atrevidos osan mencionar los poderes sobrenaturales de deidades ancestrales.

A estos últimos la mayoría les juzga dementes, y sin embargo son los que más acertadas teorías han formulado.

Suspira una vez más. A veces extraña su castillo y el simple hecho de estar allí, custodiando el inframundo con la piedra Meidou.

Si Toga supiera que ya no la tiene consigo...

Aprieta sus párpados y mueve su cabeza en ambas direcciones. De nuevo piensa en ese perro infiel... Debe enfocar sus pensamientos hacia algo no tan feo.

¿Y si de verdad llama a Sesshomaru?

Molestarlo es entretenido.

Pensando en su castillo y también en su hijo, de pronto los recuerdos de siglos atrás se manifiestan en su memoria.

Recuerdos de otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora