Recuerdo #30

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Jyubei observa al patrón retirarse. Le ha dado la noticia de que se marchará tiempo indefinido por asuntos de negocios. Vaya, después de todo si tenía un trabajo y no era mafioso.

También le ha dado algunas indicaciones respecto al joven InuYasha. Empieza a sospechar que verdaderamente si son familia. Bueno era de suponerse, son algo parecidos físicamente.

Podría imaginar que la ausencia del patrón no será notoria, pero la verdad es que si le causa un poco de nostalgia el hecho de que él tenga que marcharse de su mansión.

Es decir, después de todo ya se había acostumbrado a de repente verlo por allí, aunque pocas veces cruzaran palabra... Era un hombre muy solitario y reservado llevando a cuestas una profunda tristeza. Ojalá que el lugar, cual sea que vaya, le ayude a recuperar un poco el entusiasmo por vivir.

Sesshomaru ingresa a su habitación por última vez... Verdaderamente lo único que podría extrañar de este lugar será el acercarse a ese árbol donde Rin lo encontró... Donde alguien se preocupó desinteresadamente por él, dónde la niña que no tenía nada le regaló lo más valioso del mundo entero: una hermosa sonrisa sincera, libre de maldad y de cualquier inmundicia humana.

Hay dos maletas allí, con asa retráctil y ruedas. Una en color negro donde guarda su ropa y algunas otras cosas de uso personal. Da igual si se arrugan o maltratan, y si hace esto es sólo para no llamar tanto la atención al no llevar equipaje consigo, y bueno, también para no tener que salir de compras en aquél lugar.

Con sumo cuidado toma la otra maleta, en color rosa, con un colgante de corazón en el cierre. Retira el plástico y la etiqueta que avalan su nulo uso. Con delicadeza la coloca sobre la cama y la abre.

Luego de que ese desagradable encuentro con su madre llegar a su fin, antes de tomar el camino de vuelta a la mansión, se detuvo en un lugar, con el único fin de comprar una maleta para él y otra para Rin... Y pudo simplemente elegir dos en color oscuro para que cualquiera pensara que son suyas. Pero... A Rin tal vez no le gustaría guardar sus cosas en algo tan serio y deprimente.

Con el dolor que le causa siempre esta acción, abre el cajón donde sus kimonos se encuentran. Uno a uno los acomoda allí, así como los accesorios, perfumes, joyas, y todo lo que pudo conservar de ella.

El equipaje de ambos está listo. También lleva consigo un maletín más pequeño, ideal para transportar sus cenizas.

Porque alguna vez le prometió que volverían a viajar juntos, y cualquier promesa hecha a Rin era sagrada.

De una caja fuerte oculta en la pared saca un pequeño cofre con ese accesorio que no pudo entregarle por todo lo acontecido... De cualquier modo era para ella y nadie, absolutamente nadie más iba a poder tener control sobre él. Si cayera en manos equivocadas podría derivar en problemas muy serios.

---Recuerdo #30---

Rin no fue la única en sentirse triste por aquella despedida, también él.

Al posar sus pies en el palacio de su madre, no pudo evitar enfocar su completa atención en ese nuevo sentir. Era tristeza, pero era mayor que antes, como si de golpe anticipara un largo periodo de tiempo inmerso en tal sentimiento.

¿Por qué? No podía ser así. Tal vez sólo era el hecho de que cada vez es más difícil distanciarse de Rin.

Pero de pronto algo llama completamente su atención... Hay dos presencias en el palacio. ¡¡Maldición!!

Jaken: (Llega corriendo) ¡¡Amo bonito!! ¡¡Amo Sesshomaru!! Pero qué bueno que llegó.

¿Por qué lucía más paranoico de lo normal?

Recuerdos de otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora