ADALID SALVATORI
—El señor Weston se encuentra aquí, ¿lo hago pasar? — me informa mi secretaria.
—Si — digo, para luego ver entrar a mi cuñado
— David — saludo.
—¿Hay novedades? — pregunto, ya cansada de la situación.
—No y me temo que no somos los únicos que estamos buscando — mi piel se pone de gallina, se de quién habla.
—¿Has recibido algún mensaje extraño? o ¿has visto algo sospechoso?— pregunta y yo asiento.
"Bonita, no deberías confiar en nadie"
—Recibí este mensaje, después de despedirme de mi hija — digo — por eso me urge dar con el lugar donde él pueda estar, nadie esta seguro.
—Lose— dice David — pero sabes que en el lugar donde esté debe ser una fortaleza — advierte y yo me dirijo a la ventana de mi oficina. Estamos a 25 pisos de altura.
Se que él la esta buscando para terminar lo que mi esposo he hijos evitaron, ahora en su ausencia no podría detenerlo ni si quiera con la ayuda de mi cuñado, se que al tenerla con el va a hacer con ella de todo menos cosas bonitas. Él me la va a destruir, la va romper hasta tal punto que no se pueda reconstruir, me la va a volver mierda, va hacer que ella desee estar muerta y no lo puedo permitir. No otra vez.
Mi deber de madre me dice que tengo que utilizar todas las opciones para que eso no pase, ya lo intentó una vez, ahora quiero que lo intente y conozca a la leona de esta familia. Si antes defendía lo mío, ahora lo haré sin medidas sin miedo y lo defenderé todo con uñas y dientes para que no me quiten lo único que me mantiene viva.
Pero no nos vuelven hacer daño, es una promesa que tengo conmigo misma.
—Eso no me garantiza que no vaya por ella y yo no pueda evitarlo, no permitiré que la historia se repita.
—Yo tampoco — trata de tranquilizarme.
—Dudo mucho que lo que este planeando hacer sea algo que las ponga en peligro— dice tranquilo— tu sabes sus límites y pensaste que el amor lo salvaría, pero te equivocaste y ahora todos estamos en peligro.
—¡Pudiste haber hecho algo para evitarlo y no lo hiciste!— grita colérico — preferiste salvarte — grita señalándome con su dedo — y es algo que no pienso dejar pasar ahora.
—Yo elegí salvar a tus sobrinos.
— Y dime dónde están tus queridos hijos, dime como mierda acabaron.
Le duele, se que le duele lo que pasó. Pero a mi me duele mil veces más de lo que le pueda estar doliendo a el, yo soy su madre, los lleve en mi nueve meses, los vi crecer y por muchos años los llene de amor. Hasta que nuevamente la vida se encargo de restregarnos en la cara quienes éramos.
— No eres nadie para hablar de ellos.
—¿No soy nadie?, soy su tío por dios y mi hermano su padre.
—¡Ya se te olvido que él los metió en esto! — grito — se te olvido lo que le hicieron a ella, se te olvidó que fue por su culpa.
— Porque yo no, cada que cierro los ojos veo ese maldito video, veo todo lo que le hicieron y escucho sus gritos, ni tu ni nadie tiene derecho a juzgarme por la forma en que elegí salvar a mis hijos.
—A ti es a quien se le olvidó el peso que representa la sangre que te recorre cada vena, ¿se te olvidó querida que tu sangre es incluso más podrida que la mía?
Me quedo fría. Claro que se el peso que representa mi sangre, pero no solo eso, sino mi apellido y linaje. Repudio todo eso porque solo me ha traído desgracias. Porque solo por el hecho de llevar mi sangre también fueron condenados de igual o pero forma de lo que fueron condenados solo por llevar su sangre también.
— Cuando tengas nueva información me avisas, por ahora será mejor que te marches.
Me trago mis ganas de llorar, de preguntarle por el, de si al fin pudieron encontrar su cuerpo. Los primeros meses me la pase suplicando para que apareciera con vida, me la pase fantaseando con que un día vendría a mi para que yo pudiera hacerle todos los reclamos posibles y exigirle todas las explicaciones que el me pudiese dar. Pero un día deje de pensar en eso, deje de pensar en el, en lo mucho que me dolía su muerte y entonces comencé a llenarme de odio con cada día que pasaba, un odio profundo que llevaba su nombre escrito en letras mayúsculas. Porque si alguna ves el represento mi salida del infierno, ahora solo representa mi caída a lo más profundo de este.
—Lo siento, Adalid no pretendía hacerte sentir así, tu sabes que yo también perdí al amor de mi vida por todo esto — dice arrepentido.
Pero es tarde, el daño ya esta hecho, se perfectamente cuanto le afectó su pérdida. Recojo y guardo mis cosas en mi bolso.
—Te veo en la inauguración.
Es lo último que digo antes de abandonar mi oficina, ya no tiene caso seguir trabajando, pues se que no me concentrare por eso me dirijo a casa.