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LARISSA
New York Abril 19/2020
—Feliz cumpleaños —dicen todos los que se encuentran en la sala.
Yo no se que cara poner, siempre he odiado la canción del Happy Birthday, este día se siente por alguna razón diferente, como desconocido, como un día que no debería festejar y puede que yo conozca el motivo.
Y como todos los otros días, siento la ausencia de algo que en cierta forma me quema por dentro.
—Gracias —. es lo único que digo, después de apagar las velas.
Este año no hay deseo, pues nunca se cumple lo que he pedido. Ya son veinte años de vida.
Los invitados me felicitan de besos y abrazos, se reparte el pastel y el festejo sigue, yo por mi parte me dirijo al sofá donde se encuentran Samuel y Davina, mis amigos cercanos.
—Mamá — la llamo haciendo que disimuladamente ponga sus ojos en blanco, sabe lo que diré.
Mis amigos deciden que es el momento oportuno para ir por más bebidas y bocadillos, así que decido ser directa he ir en busca de lo que quiero.
—Tenemos una conversación pendiente, no hay forma en que no obtenga respuestas hoy.
Le hablo de forma calmada y ella se cruza de brazos.
—Larissa, tenemos invitados.
Habla entre dientes mientras sus ojos recorren el lugar asegurándose de que nadie sospeche. Nunca le han gustado los escándalos, ahora soy yo la que se cruza de brazos. Retándola.
Saluda de sonrisa a las personas que pasan cerca de nosotras, inspira lo suficiente para seguir fingiendo que nada pasa, me acaricia la espalda y me susurra al oído lo esperado en situaciones como esta.
—Compórtate.
Adalid Salvatori, es una mujer muy conocida en el mundo empresarial, inteligente, respetada y admirada por muchos en su rama. Ella por si misma enaltece su nombre y sobre todo su apellido, que es el que más peso tiene en ella como en mi su única hija. Yo aspiro a ser como ella, quiero dejar mi nombre en alto, que me reconozcan solo por mi nombre y no por un apellido. Sobra decir lo hermosa que es y lo joven que aparenta para la edad que en realidad tiene.
El vestido que lleva la hace lucir más que elegante, sus movimientos son de una persona nacida en la realeza, delicados, cuidadosos y hasta con cierta gracia. Siempre viéndose y comportándose tan tranquila, que no parece de este mundo, como si no existiera algo en este mundo que altere esa tranquilidad.
—Haré mi mayor esfuerzo. — respondo cínica.
—Mi chica obediente.
Me da un beso en la frente como la madre amorosa que siempre ha sido y decido que es momento de alejarme de ella y de retirarme de mi propia fiesta si no quiero armar una escena aquí con todos los espectadores listos para saltarnos a la yugular buscando la forma de aprovecharse de nosotras con algo así, porque al parecer les resulta poco creíble que seamos muy unidas.