Capítulo 39 | Dolor.

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El hada continuó enseñándome a cocinar por unos días y no profundizó lo que había dicho acerca del lazo entre Valerian y yo. Un lazo que yo no sentí mío.

Durante un desayuno cualquiera, Silas anunció su partida, sin prisa:

—Chicos, el momento llegó.

A su lado, Valerian dejó de comer.

— ¿Tan pronto? —quiso saber.

—Así es, cariño. Mis hombres me necesitan y tengo un deber que cumplir con Nesgigthai.

Valerian respondió algo que no alcancé a oír, pero por su expresión fue algo triste. Estuve completamente alienado mientras esto pasaba, el momento era suyo; tan suyo que dejé de existir hasta para mí mismo. Era tal la conexión entre ambos que no quise interrumpir y me abandoné a mi inexistencia por unos momentos.

—Agus, irás con nosotros, ¿verdad? —Valerian me devolvió la realidad.

—Claro.

—Bien, entonces caminaremos hasta el límite con Nesgigthai —dijo Silas y Valerian y yo estuvimos de acuerdo.

Silas acomodó sus pertenencias en un bolso, y antes de colgarlo en su hombro, le extendió la mano a Valerian con un suave «¿me acompañas, cariño?».

No almorzamos allí, sino que por insistencia del hada llevamos todo lo que comeríamos para hacerlo al aire libre; Valerian estaba encantado con la idea, así que no me opuse a ella. Pasamos a ver a Kala, o más bien fue Valerian al que ella esperaba; toleraba al hada y a mí aún me odiaba.

Caminaron manteniendo sus cuerpos juntos. Cuando Valerian soltaba el brazo de Silas, este lo sujetaba de la mano o lo abrazaba por el hombro; o cuando Silas dejaba de abrazarlo, Valerian volvía a sujetar su brazo. Ninguno parecía molesto con ello, pero era divertido ver su interacción.

—Gracias por todo, Silas.

— ¿Cuántas veces vas a repetir eso, cariño?

—Las veces que sean necesarias.

— ¿Necesarias para qué?

—Para que sepas que te agradezco todo lo que hiciste por mí.

—Cariño, yo sé eso desde que te conocí —su conversación comenzaba a teñirse una vez más de tristeza.

—Recuerdo cada momento contigo, pero no el momento en que nos hicimos cercanos.

—Ni yo. Es como si hubiésemos sido destinados.

—También lo creo. Llegaste a mí y no te fuiste más; incluso cuando no estabas conmigo, seguías allí.

—Lo sé. Lo sentí así en ese entonces y lo siento así ahora.

Serendipia | Me encontróDonde viven las historias. Descúbrelo ahora