—¿Qué harás ahora? —preguntó Jake mientras caminaban juntos fuera del colegio, sus manos en los bolsillos y una sonrisa despreocupada en el rostro.
Eun-young suspiró, estirando los brazos hacia el cielo como si intentara liberar la tensión del día. —Iré a casa, me cambiaré y luego iré a la academia de baile —respondió con naturalidad.
—¿Cómo se llama tu academia? —preguntó Jake, arqueando una ceja con curiosidad.
—Si no me equivoco, se llama "Academia Internacional Hallyes" —dijo Eun-young, su tono dubitativo dejando claro que los nombres no eran lo suyo.
Ambos chicos se detuvieron en seco, intercambiando miradas que parecían decir mucho más de lo que Eun-young entendía.
—¿No es la academia donde va... ? —comenzó a decir Heeseung, mirando a Jake con los ojos entrecerrados.
—Sí, es esa —confirmó Jake, asintiendo rápidamente.
Heeseung se adelantó y se paró frente a Eun-young con una sonrisa ligera, como si intentara no hacer demasiado obvia su reacción. —Bueno, nos vemos, Eun-young. ¿O prefieres que te acompañemos a casa?
Eun-young sonrió, un gesto dulce y tranquilo. —No se preocupen, estoy bien. Gracias de todas formas —dijo, agitando la mano en señal de despedida mientras seguía su camino.
Los chicos la observaron mientras se alejaba, sus pasos tranquilos perdiéndose entre las calles.
[...]
Eun-young caminaba por las calles con pasos ligeros, casi como si estuviera bailando al ritmo de una melodía que solo ella podía escuchar. Algunas personas la miraban con desaprobación, sus expresiones rígidas revelando un juicio silencioso. Así era la gente en Corea: no necesariamente malintencionada, pero siempre atenta, observadora, y, a menudo, crítica. Sus ojos parecían escanear cada detalle: la ropa, los gestos, incluso las palabras que uno pudiera pronunciar. Todo quedaba sujeto a su inquebrantable criterio. Pero Eun-young, inmersa en su propio mundo, apenas les prestaba atención.
Eun-young se detuvo frente a la calle, lista para cruzar. El semáforo estaba en rojo para los vehículos, lo que significaba que era seguro pasar, o al menos eso indicaban las reglas de tránsito. Sin embargo, no todos las respetaban. Un auto ignoró la señal y aceleró, avanzando a toda velocidad. Eun-young se quedó congelada, sus ojos abiertos de par en par al ver el vehículo acercarse peligrosamente. Justo cuando parecía que iba a impactarla, sintió un tirón brusco en su mochila que la hizo retroceder de golpe.
Un hombre, probablemente en sus treintas, sostenía con firmeza la correa de su mochila. Era su inesperado salvador. Con una expresión seria, soltó su agarre y la miró apenas un segundo antes de hablar:
—Ten más cuidado, niña.
El hombre tenía el porte de un oficinista ocupado: saco negro, camisa amarilla ligeramente arrugada, pantalones de vestir oscuros y la inseparable maleta de trabajo. No esperaba agradecimientos ni parecía tener tiempo para detenerse más de lo necesario.
—Lo siento muchísimo, y gracias por salvarme —Eun-young inclinó su cuerpo en repetidas reverencias, mezcla de gratitud y vergüenza.
El hombre asintió levemente y siguió su camino sin más. Eun-young, por su parte, respiró profundamente para calmar los nervios que aún sentía. Después de asegurarse de que la calle estaba despejada esta vez, cruzó con rapidez.
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˚˖𓍢ִ໋🦢˚ 𝐋𝐞𝐭'𝐬 𝐃𝐚𝐧𝐜𝐞 ♬ | 𝐍𝐢-𝐤𝐢 ✔
Fanfiction𝐍𝐊 || Choi Eun-young es una apasionada de la música y el baile. Con el firme propósito de cumplir su sueño de convertirse en una gran bailarina, está dispuesta a dar su mayor esfuerzo, enfrentando todos los obstáculos que se crucen en su camino. E...