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—Aviso a todos los pasajeros del vuelo BH103: el vuelo a Japón ha sido cancelado debido a una tormenta de nieve.

El anuncio resonó por los altavoces del aeropuerto, atrayendo la atención de los pasajeros.

—¿Cuánto falta para tu vuelo? —preguntó Eun-young, dirigiendo su mirada hacia Jake.

—Eunni, aún falta bastante, así que no te preocupes por mí —respondió el australiano, ladeando la cabeza para mirarla con una sonrisa tranquila—. Deberías volver a casa y disfrutar de tu fin de semana.

Eun-young negó suavemente, con una pequeña sonrisa en los labios.

—Créeme, prefiero quedarme contigo hasta verte atravesar esa puerta.

Al decir esto, señaló la puerta por la que sabía que, en cuestión de minutos, Jake tendría que partir.

Jake la observó por unos segundos en silencio, una sonrisa suave escapándose de sus labios. Había algo en la forma en que Eun-young hablaba, en cómo sus ojos brillaban con sinceridad, que lo hacía pensar en lo adorable que era.

Pero la expresión de la castaña pronto cambió. Su mirada se desvió hacia el suelo, como si estuviera luchando contra las emociones que se acumulaban dentro de ella. Estaba claro que la partida de Jake la afectaba más de lo que quería admitir.

—Oye, no te pongas así —dijo Jake, acercándose para acariciar su rostro con delicadeza. Sus dedos rozaron su mejilla, cálidos y reconfortantes—. Volveré.

—¿Cuándo se supone que será eso? —preguntó Eun-young, su voz apenas un susurro.

—No lo sé —admitió Jake con sinceridad—. Pero lo haré, es una promesa. Hasta entonces, espero que no me olvides.

Eun-young levantó la mirada, sus ojos encontrándose con los de él. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, aunque todavía se notaba un toque de melancolía en su expresión.

—Aunque quisiera, no podría olvidarme de ti, pequeño cachorro.

Jake parpadeó sorprendido antes de que una gran sonrisa iluminara su rostro. Ese apodo... En el poco tiempo que habían pasado juntos, Eun-young lo había adoptado como una broma cariñosa. Siempre decía que él le recordaba a un golden retriever: adorable, cariñoso y leal.

—¿Sabes? —dijo Jake, su voz cálida—. Me alegra que pienses eso.

Eun-young no respondió, pero la pequeña sonrisa que se mantuvo en su rostro le dijo todo lo que necesitaba saber. Aunque la despedida doliera, ambos sabían que el vínculo que habían creado era algo que el tiempo y la distancia no podrían borrar fácilmente.

—Mira allá —dijo Eun-young, levantándose de su asiento con una sonrisa y señalando hacia el pasillo principal del aeropuerto.

Jake frunció el ceño, siguiendo la dirección de su dedo. En el amplio corredor, caminaban dos figuras conocidas: su mejor amigo Heeseung, acompañado de cierto japonés.

Los ojos de Jake se abrieron un poco más de lo habitual al reconocerlos. La sorpresa lo golpeó primero, pero luego llegó la emoción. No esperaba ver a Ni-ki allí, sobre todo porque no habían vuelto a hablar desde aquel día en la azotea.

—Todavía estás aquí —comentó Heeseung con una sonrisa divertida al acercarse.

El australiano le devolvió la sonrisa y le dio un ligero empujón en el hombro, un gesto amistoso que ambos entendían bien. Pero pronto, su atención se desvió hacia Ni-ki, quien ya lo estaba mirando. Había algo en su expresión que Jake no lograba descifrar; su semblante era reservado, pero su mirada parecía contener algo más.

˚˖𓍢ִ໋🦢˚ 𝐋𝐞𝐭'𝐬 𝐃𝐚𝐧𝐜𝐞 ♬ | 𝐍𝐢-𝐤𝐢 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora