˚˖𓍢ִ໋🦢˚ 𝐋𝐞𝐭'𝐬 𝐃𝐚𝐧𝐜𝐞 ♬ | 𝐍𝐢-𝐤𝐢 ✔

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—Desde Corea del Sur, conocidos por pertenecer a una prestigiosa academia merecedora de múltiples títulos —anunció animadamente el presentador frente a la cámara—, ¡recibamos con un fuerte aplauso a la unidad de Hallyes!

Una gran ola de aplausos resonó en todo el lugar, llenando el ambiente de expectación antes de desvanecerse poco a poco.

En la parte trasera del escenario, el entrenador observaba nervioso el monitor del equipo audiovisual, sus manos entrelazadas en un gesto de tensión.

—Están listos. —confirmó al equipo de sonido, su voz firme pero cargada de emoción.

El silencio inicial fue absoluto, hasta que una suave melodía comenzó a llenar el auditorio, creciendo en intensidad con cada segundo que pasaba. Finalmente, el sonido se detuvo justo cuando los telones se abrieron, revelando a los aprendices en formación.

Uno a uno, los bailarines hicieron breves presentaciones en solitario, moviéndose con gracia y precisión hasta ocupar sus posiciones asignadas. De pronto, los protagonistas emergieron desde el centro del grupo, abriéndose paso con movimientos que encapsulaban la esencia del acto.

La serenidad inicial de la canción pronto fue sustituida por un ritmo acelerado y vibrante, marcando el inicio de la coreografía principal. Los aprendices se movían al compás de la música con energía y coordinación impecable.

Los jueces, ubicados a escasos metros del escenario, observaban cada detalle con miradas críticas, atentos a cualquier elemento que pudiera destacar. La presión era palpable, pero la unidad de Hallyes no dejó que eso los intimidara. Con determinación, se esforzaron por mantener el equilibrio perfecto: destacar individualmente mientras hacían brillar al grupo en conjunto.

En medio de la coreografía, Ni-ki dirigió una mirada discreta hacia Eun-young. Sabía que el momento crucial estaba cerca: el dueto. Era la parte más compleja de la presentación, aquella que habían ensayado hasta la extenuación, perfeccionando cada movimiento. La coreografía había sido diseñada específicamente para ellos, y el entrenador confiaba plenamente en que solo ellos podían ejecutar esos pasos con tal nivel de excelencia.

Con la llegada del segundo estribillo, el resto del grupo se retiró del escenario, dejando únicamente a los dos jóvenes en el centro. El público rompió en aplausos, encantado con la energía que habían desplegado hasta ese momento.

El dúo se separó, cada uno moviéndose hacia esquinas opuestas del escenario. Comenzaron a bailar, mostrando estilos completamente distintos que contrastaban de manera fascinante. Eun-young se movía con una elegancia y delicadeza que hipnotizaba, mientras que Ni-ki ejecutaba cada paso con una fuerza y agilidad que capturaban la atención.

Era evidente que el contraste no era casual; era el concepto central de su presentación. Dos personas con estilos y personalidades completamente diferentes, unidas por una misma pasión. La conexión entre ambos se sentía genuina, y el público, atrapado por la narrativa, no podía apartar los ojos del escenario.

¿Cómo se veía la conexión entre dos personas?

Quizá como en ese momento, cuando sus cuerpos encajaron a la perfección, moviéndose al unísono mientras se miraban con dulzura. Sus ojos hablaban por ellos: confianza, química, ilusión y amor se reflejaban con una intensidad que atrapaba a cualquiera que los observase.

Eun-young esbozó una sonrisa suave, casi involuntaria, que rápidamente contagió a Ni-ki. Fue un gesto simple, pero lleno de significado, que intensificó la conexión entre ambos.

El público, cautivado por la escena, reaccionó con un murmullo de ternura. Aunque parecía parte de la coreografía, la verdad era que esos sentimientos eran auténticos, genuinos. La química entre ellos traspasaba el escenario, convirtiendo el acto en algo único.