˚˖𓍢ִ໋🦢˚ 𝐋𝐞𝐭'𝐬 𝐃𝐚𝐧𝐜𝐞 ♬ | 𝐍𝐢-𝐤𝐢 ✔

27

Era viernes, un día sin clases para la mayoría, pero no para la unidad de las Internacionales, que tenía práctica en la academia.

A las nueve de la mañana, Eun-young salió de su casa con una sonrisa ligera. Quería llegar temprano, disfrutar del silencio de la sala y practicar a solas antes de que llegaran los demás.

Al entrar a la academia, saludó rápidamente a Sorim, quien estaba ocupada revisando unos papeles en la recepción. Subió las escaleras hacia el segundo piso, pero algo la detuvo antes de llegar: una melodía se filtraba desde la sala de práctica. Intrigada, sus pasos se hicieron más lentos, y la curiosidad la llevó hasta la puerta.

—¿Sungmin? —llamó en voz baja, convencida de que era él, siempre era el primero en llegar.

No hubo respuesta. Con cautela, asomó la cabeza y se encontró cara a cara con Ni-ki. La sorpresa la hizo retroceder de inmediato, sintiendo el calor subir a sus mejillas.

—¿Qué haces aquí tan temprano? —preguntó, tratando de sonar tranquila mientras jugaba nerviosamente con sus manos.

—Quería practicar, —respondió él, mirándola directamente, lo que hizo que su nerviosismo se intensificara—. ¿Y tú? ¿No que la práctica empezaba a las diez y media?

Eun-young apartó la mirada, intentando calmar su respiración acelerada.

—Por la misma razón que tú... —murmuró Eun-young, su voz apenas audible mientras evitaba la mirada de Ni-ki.

Ni-ki se hizo a un lado para dejarla pasar, pero no tardó en seguirla, sus pasos resonando suaves detrás de ella.

La sala estaba bañada por una tenue luz matinal, y la música sonaba de fondo, lo suficientemente baja como para no distraerlos. Era una canción que Eun-young reconoció de inmediato: Friends de Chase Atlantic.

"And tell, just tell me what you're doing with that other guy."

La letra resonó en su mente, aunque su inglés no siempre era perfecto. Aun así, no pudo evitar sentir que aquellas palabras se volvían extrañamente significativas en ese momento.

Mientras Eun-young dejaba su bolsa a un lado, podía sentir la mirada de Ni-ki fija en ella, intensa, casi pesada. Sus ojos, más oscuros de lo habitual, parecían llenos de pensamientos que no se atrevía a expresar del todo.

—¿Se divirtieron? —preguntó de repente, cruzando los brazos. Su tono era tranquilo, pero había un matiz de molestia imposible de ignorar.

Eun-young se giró hacia él, confundida.

—¿A qué te refieres? —inquirió, sin comprender el cambio en su actitud.

Ni-ki desvió la mirada por un momento, como si dudara en continuar, pero luego la enfrentó de nuevo.

—El otro día dijiste que estabas con Jake. Por eso te pregunto, ¿se divirtieron?

El comentario la dejó aún más perpleja. Su tono no era casual, y Eun-young lo notó de inmediato.

Lo que ella no sabía era que Ni-ki estaba luchando con un torbellino de celos. Ese día, cuando recibió el mensaje de Eun-young mencionando a Jake, no se molestó en responder. Estaba demasiado molesto para siquiera escribir algo coherente. Ahora, parado frente a ella, se preguntaba si el australiano habría intentado algo durante aquella salida, y la idea lo carcomía.

Ella lo observó en silencio, su mirada suavizándose, como si estuviera triste. La pregunta de Ni-ki la llevó de vuelta a su salida con Jake, y el recuerdo la golpeó con fuerza: aquella confesión inesperada y las palabras que siguieron mientras volvían a casa.