09

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Una semana transcurrió con aparente normalidad, pero algo extraño comenzó a suceder. Eun-Young dejó de asistir a las prácticas, no solo un día o dos, sino una semana completa. Las prácticas del grupo de Las Internacionales se retrasaba por su ausencia, y eso preocupaba a cierta persona.

—Hola, Sorim. ¿Sabes algo sobre Eun-Young? —preguntó Ni-ki, visiblemente inquieto.

—Lamento decirte que no, Ni-ki... Pero, ahora que lo mencionas, ¿no has estado preguntando mucho por Eun-Young últimamente? —le respondió Sorim, con una mirada traviesa y una ligera sonrisa.

Ni-ki se ruborizó al instante, evitando mirarla.

—No es lo que piensas... En fin, iré en la tarde. —dijo, rápidamente cambiando de tema mientras se despedía con un gesto de la mano.

Sorim asintió, aún sonriendo, y levantó la mano para despedirlo, sin moverse de su lugar.

Por otro lado, el rubio caminó de regreso a su casa, perdido en sus pensamientos. Se preguntaba si debía volver a su antigua escuela, aunque la idea le resultaba incómoda. A pesar de no querer encontrarse con ciertas personas, había alguien allí que despertaba su curiosidad.

—¿Debería hacerlo? Terminaré arrepintiéndome, pero... ¿Tengo otra opción? —se cuestionó a sí mismo, mientras sus pensamientos lo absorbían.

Cuando finalmente llegó a la puerta de su casa, notó que el interior estaba extrañamente oscuro.

—¡Mamá! —llamó, sin obtener respuesta.

Subió las escaleras y encontró la puerta del cuarto de su madre entreabierta. Con cautela, la empujó un poco más.

—¿Mamá? —dijo en voz baja, preocupado.

Al entrar, se sorprendió al ver a su madre acostada en la cama, con una botella de analgésicos a un lado de la mesita de noche y un trapo frío sobre su frente. La mujer parecía descansar profundamente.

—Te enfermaste otra vez y no me llamaste... No quisiste preocuparme, ¿verdad? —pensó Ni-ki, con una sensación de culpa y tristeza. Se acercó lentamente a su madre, retiró el trapo seco de su frente y lo humedeció antes de volver a colocarlo.

Se quedó allí, junto a ella, en silencio, asegurándose de que no estuviera sola.


[...]

—Deberías ir. —dijo su madre, con una sonrisa débil.

—Prefiero quedarme a cuidarte. —respondió el rubio, con firmeza.

—Sé que tienes las prácticas para Las Nacionales, no te detengas solo por mí. Anda, ya es tarde, ve.

Ni-ki la miró por un momento, preocupado, pero asintió.

—Volveré en cuanto termine, lo prometo. Si necesitas algo, mándame un mensaje. —le dijo, antes de salir corriendo de su casa en dirección a la Academia Hallyes.

[...]

—Llegas tarde, Ni-ki, otra vez. —lo reprendió el entrenador con tono severo.

—Lo siento, tuve un problema... Mi mamá se enfermó, y no sabía si quedarme a cuidarla o venir. Ella insistió en que viniera.

El entrenador asintió con comprensión y se apartó para darle paso. Los demás aprendices de Las Internacionales se alinearon, y el entrenador Ji-pyeong aplaudió para dividirlos en sus respectivos grupos.

Ni-ki se detuvo por un momento frente a su puesto, notando el vacío que había frente a él. Un sentimiento de nostalgia lo invadió, como si algo estuviera faltando, como si se hubiera acostumbrado a la presencia de una persona en particular.

˚˖𓍢ִ໋🦢˚ 𝐋𝐞𝐭'𝐬 𝐃𝐚𝐧𝐜𝐞 ♬ | 𝐍𝐢-𝐤𝐢 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora