Capítulo 22

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En los matorrales...

-gimiendo-. ¡Si!... ¡Si!....

De un momento a otro Jiyang fue bajado de golpe de su novena nube dejándolo perplejo la actitud de su novio.

-¡¿Por qué paras?!. -exclamó frustrado al no llegar-.

-gruñendo-. ¡¿No puedo concentrarme?!.

-...

-señalando su celular-. Bebé apaga tu celular, me distrae mucho.

-tomando sus mejillas-. Xuan Xuan. -respirando profundamente-. ¡¿Estás diciendo que un maldito dispositivo móvil te distrajo?! ¡Un jodido celular puede jódete!.

-Si, lo siento... pero es tu culpa por colocar ese ringtone horroroso.

-¡¿Perdón?!... -alejándose de su novio-. Vas a decir que es mi culpa el que no puedas satisfacerme como se debe por una canción. -mirándolo seriamente-. Mira Hao Xuan, no permito que nadie critique mis cosas.

-Maldición, yo y mi boca... -tocando su mejilla cariñosamente-. Bebé, porque no revisas tu celular. De seguro es importante. Puede ser mi cuñado...

Jiyang de mala gana tomó su celular y se espantó al encontrar 10 mensajes de buzón de voz, 20 mensajes de texto y 5 llamadas perdidas. Todos de números diferentes.

-¿Quién es el loco que está llamando?. -revisando su celular-. Debe estar muy aburrido para hacer eso...

-¿Qué pasa?.

-enseñando su celular-. Un idiota me llamo, mando mensajes de texto y de voz por diferentes números desconocidos.

-¡¿Wts?!...

-riendo-. Ya se quien es el idiota. Xuan Xuan, Zhan Zhan ya llegó. -vistiéndose apresuradamente-.

-¡Asihh!... ¿Qué estará haciendo?. -mirando a la anciana-. Gracias Nai Nai, y disculpe la molestia.

-sonriendo-. No te preocupes querido.

Xiao Zhan se quedó solo en medio de la calle sin saber donde rayos dejaría sus cosas, pero después de unos treinta minutos recordó el bar donde solía beber sus penas.

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Pero al parecer todo iba de mal en peor para Xiao Zhan, tal parece que su mala suerte regresó cuando llegó a China.

Minutos después de haber pedido amablemente a una anciana su celular para llamar, la cual era la quinceava persona a la que pudo pedirle prestado dicho dispositivo, no se percató que un hombre venía siguiéndolo y en un descuido le robó el poco de dinero que tenía en la billetera.

Con este calor del diablo que hacía, estuvo recorriendo toda la ciudad prácticamente dos horas sin descanso hasta llegar al bar, pero todo fue en vano.

Había olvidado que en la temporada de diciembre, siempre cerraban el local y se iban de vacaciones todos y no quedaba nadie a cargo. Pero lo más triste era que no recordaba dónde vivía Yubin y tampoco recordaba su número.

Menuda cabeza que tenía, definitivamente desearía ser un perro y tal vez por el aroma sabría ubicarlo. Al no tener más opción, optó por sonreír a una hermosa señorita y pedir de favor que prestaran nuevamente su celular para así poder llamar a su hermano.

Esperaba que al menos él contestara...

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Situaciones InesperadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora