Capitulo once.

469 63 6
                                    

Marzo 29, 2021.

Rubí.
El tiempo corría de manera rápida para mi últimamente y podía resaltar que cuando me encontraba con la chica de rulos la rapidez se aumentaba, definitivamente cumplimos la promesa que nos hicimos aquel día donde fotografiamos todo aquello que se nos cruzara.

Nuestras conversaciones eran constantes y nos habíamos conocido mejor, surgieron diferentes juntas, algunas planeadas y otras simplemente espontáneas;

Existió un día donde nos topamos en el ascensor y terminamos comiendo helado en la plaza que se situaba en la esquina de la cuadra, donde la encontré llorando en los comienzos de nuestra relación y exprimió mi corazón sin que ella supiera. Hubo otra junta en la cual estuvo presente mi hermana, el Miguel y el Julián, pude notar en breves momentos su incomodidad aquel día, pero no dejaba de hostigarla hablándole de temas incoherentes y de su agrado, los cuales lograban crearle sonrisas. Una vez nos centramos en organizar nuestra semana, las dos estamos comenzando el año dentro de la universidad, explorar nuestros gustos musicales, escuchar el de la otra y comer lo que encontrásemos en el refrigerador de el departamento definitivamente fue una de las mejores ideas.

Existieron más ocasiones donde compartimos la compañía la una de la otra, pero no tantas como me gustaría que fueran, ella tenía su vida y yo la mía; lidiar con mis estudios, el ser constante en las redes sociales, hacerme cargo de mis relaciones afectivas, no incumplir con mi familia y muchas cosas más eran las que impedían una constancia total en nuestra relación, pero aquello no impedía que la pudiera llamar amiga, una amiga cercana.

Mi agobio central en el día hoy era transcribir apuntes, durante el corto plazo que había asistido a la universidad me encargué de apuntar todo lo pasado en las clases dentro de mi laptop ya que se me hacía mucho más fácil y rápido, pero lo mejor era tenerlo en cuadernos o eso siempre nos recalcaban los profesores, que el estudio se aplicaba de mejor manera si era físico, y definitivamente aquello lo comprobé con el pasar de los años.

Miguel quedó de venir a verme, pasar un rato conmigo y estar en compañía, nuestra relación iba bien, pero por mis muchas ocupaciones y las inexistentes de él llegábamos a tener pequeñas y frecuentes discusiones, claramente siendo la más explosiva yo. El chico solía sacarme en cara el como siempre negaba ayuda cuando la necesitaba y después me quejaba de no tener tiempo para nada, ¿pero que ayuda recibiría de el?

La casa estaba sola, nada más me encontraba yo, mi hermana saliendo junto a algunos amigos y mi madre junto a su informal pareja.

El timbre sonó y con inmediatez dejé aquello que me encontraba haciendo frente a la mesa para dirigirme hacía la puerta, tomé una bocanada de aire y caminé.

Mi mente se volvió un lienzo en blanco, como aquellos que me mostró la rizada cuando estuve en su habitación, buscaba rellenarlo con nuevos pensamientos, aquellos que yacían en mi mente no era capaz de sacarlos yo misma del todo. Al abrir la puerta se encontraba el chico rizado, su semblante sonriente me hizo reaccionar devolviéndole por inercia la sonrisa, me abalancé contra el y lo abracé.

Sus brazos me envolvieron, mi lienzo aun seguía en blanco por ende no terminaba de saber que era lo que sentía, ya que no sentía nada con exactitud, o mas bien dicho que yo misma lograra definir. El rizado se separó de mi agarre y depositó un beso en mi mejilla.

-Definitivamente, la mina mas hermosa de el país frente a mis ojos.

Solté un resoplido y tomé su mano, obligándolo así a seguir mis pasos entrando al penthouse, el cerró la puerta y lo dirigí al sillón, nos sentamos. La mesa de centro estaba inundada por algunos cuadernos y lápices esparcidos, el chico escaneó aquello y rompió el silencio.

Paralelas - RubirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora