VIII

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Anoche llegué tan cansada a casa que ni siquiera me dio tiempo de darle vueltas a todo lo que Ale me había contado. Pero justo ahora mientras me tomaba un jugo de naranja con la vista fija en el transito de Madrid mi mente no dejaba de pensar en como su vida se había vuelto de cabeza por algo tan impredecible pero tan doloroso. 

Supongo que así es la vida, nunca sabes en que momento todo acabará, alguien se irá, tu cambiaras o las personas que te acompañan lo harán. Creo que por eso este viaje tiene tanto valor para mi, ya me había subido al avión y ahora quería que subiese tanto que si se tratase de caer jamás pudiese volver a ser la misma, quería perderme, quería extrañarme y encontrarme, deseaba enamorarme de la vida, de la sensación de estar viva. Porque mi vida no tenía nada lo suficiente memorable para extrañar.  

El sonido de mi celular me sacó de ensimismamiento. 

—Pronto —respondí la llamaba de Alessandro. 

—Come sta la mia bella sorella? 

—Un po 'stanco —suspiré— Me han pasado cosas muy locas en Madrid. 

—Cuéntame piccolina. 

Alessandro y yo éramos muy unidos. El era cuatro años mayor, pero por alguna razón yo siempre había cuidado de él, mis padres eran muy ausentes cuando estábamos pequeños, viajaban mucho y nos dejaban solos la mayor parte del tiempo, a mi me toco lidiar con un adolescente desastroso cuando a penas tenía once años, fue un poco dificil convertirme en alguien centrado a tan corta edad, eso me quito experiencias, amigos y la emoción de ser una niña y luego una adolescente. 

Le conté todo lo que Alejandro me había confesado y además le hable de Luca y el beso con Ian. 

—¿Quién eres y que hiciste con mi hermana? —preguntó y yo me reí sin ganas. 

—Lo de Ian fue solo yo siendo un personaje y lo de Luca solo es una tontería, en ambos casos ninguno es realmente importante—confesé. 

—¿Estás segura? —me quedé callada— Tienes que tener cuidado, ya te advirtieron, la Alissa que conozco se alejaría de ambos, pero si te soy sincero yo seguiría viendo a donde me lleva todo, solo hay una vida y si hay más, pues solo hay una en este cuerpo —soltó. 

—Supongo que dejaré que todo fluya, no es como si pensará tener una relación con alguno de los dos. 

—Bueno, solo ten cuidado y no hagas nada que yo no haría. Ti voglio bene piccola mia, chiamami presto e torna ancora prima —Nos despedimos y colgó la llamada. Siempre hablaba con el y con mis padres, todos los días me mandaban fotos y me decían cuanto me extrañaban, nunca había estado tan tiempo lejos de casa.

Había llamado a Luca para decirle que me reincorporaría mañana en la tarde y por suerte había aceptado sin problema. 

Quise salir a dar vueltas cerca del atardecer, caminar siempre me daba bastante paz y más si era por las calles de mi Dulce Madrid. Salí de casa bastante abrigada, caminé unas cuadras y una camioneta negra se detiene a mi lado, justo cuando había pensado en salir corriendo de allí Luca baja la ventanilla.

— Eh, rubia. ¿Te doy un aventón? —cuestionó.

— No, gracias. Me gusta caminar —contesté. 

— ¿Estas segura? —asentí.

—Hasta luego Luca —retome mi camino ignorado aquella camioneta. Escucho que da un portazo y se baja del auto. 

—Entonces caminaré contigo —dice a mis espaldas y ruedo los ojos. 

—No iré a ningún lugar, solo quiero dar vueltas —confesé. 

Dulce Madrid.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora