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Alissa

Ian me había dejado en casa la mañana siguiente. Diego se había encargado de hablarle a Lena y gracias a eso no se volvió loca. Recordé que debía agradecerle la proxima vez que lo viese. 

Estar con Ian se sentía como si yo fuese alguien de otro mundo, me sentía tan poderosa y mágica que no sabía como explicarlo. Eres tierno, dulce y mucho más de lo que se veía a simple vista. Pero con Luca me sentía mas Alissa que nunca, como si la verdadera yo saliese a la luz luego de toda mi vida. 

Los días siguientes fueron iguales, con Malena preparamos las fotos de un evento que haría Slocks Barcelona la proxima semana y fue lo único sobresaliente.

Salimos uno que otro día a comer con Nate y a pesar de que Alejandro había estado evitando mis constantes llamadas decidí visitarlo.

Me estaba acostumbrando a ir caminando a todos lados, me daba tiempo para pensar y reflexionar, además tenía que aprender a sentirme cómoda estando sola. Tuve que caminar bastante para al fin llegar al apartamento de Alejandro, estaba cerca del campus de la UAM y eso estaba bastante lejos de Slock. Nate me había dicho que estaba en el 5to piso, apartamento 512.

—¡Hey! Soy Alissa —mis nudillos golpearon contra su puerta y por unos largos segundos no obtuve ninguna respuesta. Me tentaba la idea de irme y dale su espacio por más tiempo pero algo en mi me obligó a quedarme— ¡Alejandro! —exclamé— No me iré de aquí hasta que no hablemos —escuché un sonido de exasperación al otro lado de la puerta.

—No puedo ser malo contigo —la puerta se abrió y me dejo ver a un Alejandro ojeroso y con una notable barba de tres días— pasa —el olor a alcohol en su apartamento me abrumó y quise limpiar todo de inmediato, era grande, mucho más que el mío, tenía un mini bar y una cocina sumamente espaciosa, había fotos de el y su hermana repartidas por toda la sala.

—¿Cómo has estado? —Fue lo primero que se me ocurrió preguntar, a pesar de su notable mal estado.

—Bueno, supongo que ya conociste a Samantha —asentí.

—La vi la semana pasada en Slock — chasqueo su lengua, busco dos cervezas en el mini bar.

—Vamos a la terraza —sugirió y lo seguí a través de la sala, una larga puerta de vidrio nos separaba de la inmensa terraza, hacía un frío soportable pero la hermosa vista ayudaba a ignorarlo, tomamos asiento y me paso una cerveza— ¿Quieres saber como me siento? —preguntó y dude en responder.

—Sí, creo que necesitas contárselo a alguien.

—Me siento del asco, —confesó— siento que la vida es una mierda total llena de injusticias, ha sido una semana de mierda, el amor de mi vida aparece y lo único que recuerda de mi es que era el hermano de Alejandra, la cual esta muerta y ella aun no lo procesa, no se lo pueden decir porque le dan ataques de pánico y simplemente vive en un jodida burbuja en la cual todos hemos estado viviendo. Ninguno quiere hablar, ni enfrentarse y decirse cuan jodido se siente sin Alejandra porque todos tenemos miedo de aceptar de una vez por todas que ella ya no esta. Encima me cambiaron a oncología pediátrica y he pasado toda mi jodida semana llorando por niños con cáncer y ya no quiero seguir ahí porque realmente me duele. Tengo ansiedad y siento que no puedo con todo esto sin Alejandra, siento que no puedo vivir si ella no esta viva.

—Siento que ya es hora de que todos hablen —respondí— se están haciendo demasiado daño y le empezaran a hacer daño a su al rededor, no pueden pasar toda la vida huyendo de la inevitable realidad, no pueden ser tan egoístas, todos sufrieron, todos la extrañan, pero todos se siguen haciendo daño y estoy segura que ella lo odiaría.

Dulce Madrid.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora