XI

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Luca:

Barcelona era más calmado que Madrid, me gustaba mucho está ciudad, cuando era pequeño solía pasar horas en la cabaña jugando con Ian, eran buenos recuerdos de una niñez que añoro, pero ahora tenía que venir aquí por asuntos de trabajo y al parecer mi vida ahora solo se resumía en eso.

Al llegar contacte con mi madre de inmediato, aun no estaba en la ciudad impuntual siempre, como cosa rara y eso me entristeció un poco, realmente quería verla pero supongo que la vería en el evento. Tomé un taxi hasta Slock C.A, no recuerdo la ultima vez que estuve aquí.

Samantha y Savannah ya se habían instalado en el hotel, pero yo necesitaba hacer algo, el tiempo libre me jodía, no me gustaba tener tiempo para pensar.

— Buenos días señor Noah, cuanto tiempo sin verlo por aquí —me habló la secretaría con una sonrisa insinuante, le devolví la sonrisa. Rose era un linda chica, alta y delgada, era un barbie en serio, pero nada sorprendente.

— Cuanto tiempo Rose, lleva a mi despacho toda la contabilidad de los últimos cinco meses por favor —Debía ponerme en eso cuanto antes, no quería perder mi tiempo aquí, en Francia me necesitaban.

— ¿Algo más? —me miro expectante y le sonreí pícaro.

—Eso y lo de siempre —Le guiñe y me retiré a mi despacho.

Este lugar siempre se sentiría ajeno a mi, lo único que solía hacer aquí era revisar que todo estuviese en orden y follarme a Rose sobre el escritorio, era rutina y haría exactamente lo mismo esta vez. 

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El día transcurrió lento, a pesar de que Rose había sido una buena distracción no fue suficiente para mi. 

Pensé en Alissa y en lo raro que era todo, me sentía raro con ella, me retaba, no me baja la mirada y eso me volvía loco, teníamos una conexión y eso podría valer la pena, pero Ella me contó lo del beso con Ian y no quiero estar ahí. Todo lo que tenía que ver con Ian terminaba siendo un desastre.

De igual forma me gustaba y si ella creía que podía salir ganadora de este juego, pues jugaríamos. Envié un paquete a su departamento que debería haber llegado esta mañana. 

Mi madre me invitó a almorzar, así que salí rapidamente para llegar a tiempo. 

—Tengo una reservación a nombre de Lucía Slock —mi madre me estaba esperando con una copa de vino a medio tomar y un perfecto color carmín en los labios, siempre tan perfecta, su ceño se suavizó al verme. 

—Pensé que tendría que comer sola —me saludó con un pequeño beso en ambas mejillas. 

—Jamás dejaría plantada a la mujer mas bella del mundo. 

Dulce Madrid.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora