La Mansion Malfoy.

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Severus traía a Liliana de la mano, mientras que en la otra sujetaba la rienda de Both para que no se perdiera o se escapara. La niña apretó levemente la mano de su padre, por una extraña razón, se sentía pesado el ambiente, caminaban por los jardines, y se percató que cerca de allí, estaban unos pavos reales rondando por ahí en silencio.

— Se amable, aunque no lo sean y se respetuosa, aunque no empaticen contigo. — Le ordeno su padre. — Lo más probable es que nos traten mal por ser sangre mestiza, pero no dejes que sus comentarios te afecten.

— Vale... — Susurro casi inaudible. 

Cada vez le costaba respirar. No podía decirle a su padre, porque no sabía la razón, ¿Nervios? Tal vez, eso tendría que ser, se convenció a sí misma.

— Si te hacen algo fuera de lugar, me dices. — Por unos segundos soltó su mano, Liliana se sujetó de la bata negra, que siempre llevaba con él por todas partes. Movió su varita y tomó a su hija en brazos y susurró. — Lily, recuerda esto. Tú eres mejor que ellos.

La niña asintió y Snape siguió su rumbo, le entregó al Thestral a un elfo doméstico que parecía tener miedo y, sobre todo, lo que más le lleno la atención, era que tenía unos moretones, tanto en los brazos y en las piernas, eso hizo que ella se aferrara a su padre para esconder su enojo y a la vez, su preocupación. ¿Qué no se daban cuenta que estaba sufriendo?  

Liliana miró la mansión y entraron en ella.

Un amplio vestíbulo con una pobre iluminación que, aunque las velas estuvieran prendidas, no se podía ver mucho. Su padre la dejó en el suelo, y se percató que estaba sobre una alfombra que cubría casi todo el suelo, en las paredes aparecían unos retratos, y debajo de ellos estaban sus nombres y el apellido de la familia, Malfoy.

— Snape. — Se escuchó la voz de una mujer, por su tono, se notaba tanto aliviada como alterada. — Te tardaste mucho.

La niña fijó su vista en la mujer, era bien parecida, con el vestido negro que caía hasta el suelo, tenía unos ojos azules y el cabello rubio reposaba hasta su espalda.

— Ya estoy aquí. — Se acercó y Lily le siguió. — Tuvimos problemas en el viaje, pero eso te lo contaré después de que Lucius se recupere. Por ahora déjame verlo.

— ¿Tuvimos? — Pregunto desconcertada y fijó su vista en la niña — Lili... — susurró con asombro y miró a Snape. — ¿Pero ¿cómo...?

— ¿Cómo sabe mi nombre papá? — pregunto de la misma manera. — ¿Le hablaste de mí?

— Narcisa, te responderé más tarde sobre esto. — Cubrió a Liliana de la mirada intensa que le era dirigida — Déjanos ver cómo está Lucius.

— Si, entiendo... — Susurro abrumada, se dio la vuelta y empezó a guiarlos por el extenso y oscuro pasillo — Ya hemos buscado y hablado con los mejores sanadores de Inglaterra y no han encontrado la cura. — La mujer abrió la puerta y gritó. v ¡Draco Malfoy! ¿Qué no te dije que te quedarás en tu cuarto?

Severus y Lily entraron a la habitación la habitación totalmente blanca, con muchos sillones negros y todo lo demás parecía estar detallado a mano. Pero no fue lo que le llamo la atención, si no, fue a un niño de rostro pálido y puntiagudo que estaba de pie, casi inmóvil.

Era un poco más alto, comparado con Lily, tenía los ojos grises en grande por el grito de su madre y su cabello de un color rubio pálido, sus ojos se fijaron en Liliana, quien se cubrió tímidamente detrás de su padre

— ¿Qué esperas?

— Sí madre. — respondió y se fue de la habitación.

— Tu... — Liliana miró a la mujer que mostraba cierta hostilidad — Tampoco deberías estar aquí. Ve con ese inútil de Dobby que te servirá.

La Guardiana De La Piedra Filosofal (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora