Cansada de correr tanto, para que esas aves plumíferas no la encontraran donde quiera que vaya, y la intentaba picotear. Se sentó en el suelo, un poco asustada, se había perdido y no tenía ni idea a donde ir. Algo bueno que le enseñó Hagrid era que, si estaba perdida, debía quedarse quieta y esperar que la encuentren, pero ya era muy tarde y la noche se estaba aproximando al igual que el frío.
— Así que aquí estás... — se escuchó una voz cansada. Liliana miró y se encontró con el hijo de los Malfoy. — Te estuve buscando por todas partes. La próxima vez procura quédate cerca.
— No es mi culpa. — protesto. — Esas aves no se rendían en atraparme para sacarme los ojos.
— Estas exagerando.
Ella bufó mientras miraba a otra parte. — Claro, a ti no te perseguían.
— Te recuerdo que yo pase por lo mismo.
— ¿Y te buscaban hasta encontrarte?
— No, eso no. Pero no te preocupes, ya les ordené a los elfos que los guardaran en sus corrales.
— Gracias... — Susurro cansada. — Me sorprende que no nos busquen. — Sintió un escalofrío. — Waa... nos van a castigar.
— No lo creo, — Negó. — Le ordené a unos elfos que le dijeran a mi madre que veríamos las estrellas.
— Aquí no se ven las estrellas. — Miro el cielo nublado y puso los ojos en blanco. — Es una pésima mentira.
— ¿Y quién dijo que es mentira? — alzó la ceja. — Ya. levántate o te dejaré sola.
— ¿Es de verdad? — pregunto en lo que se levantaba rápidamente. — ¿Se pueden ver las estrellas por aquí?
— Claro que sí, sígueme. — Sin decir nada, comenzó a seguirle. Luego de un tiempo, Liliana preguntó si llegaron, pero como siempre su respuesta fue... — Aún no.
— No me estarás llevando donde los pavos reales ¿O sí?
— Puede ser. Me pareció muy divertido verte correr por mucho tiempo. — Liliana se detuvo abruptamente. — Anda, no te llevaré allí. Lo prometo. — le sonrió de manera retadora. — ¿O es que te da miedo?
— N-no me da miedo. — negó. — Yo quiero ver las estrellas.
— Entonces apresúrate. — camino de prisa y Liliana corría detrás de él.
Llegaron a unas paredes de arbustos verdes, y mientras más pasaban por ese pasillo, más difícil le era pasar, Liliana empezó a dudar, y por unos segundos pensó que era una broma que tenía planeada, pero, aun así, no se quejó, luego, sintió como le tomaban la mano y la jalaban hacia adelante, cerró los ojos y sintió que caía sobre algo.
Se dio cuenta que cayó sobre el pasto tan suave como si fuera una cama, aun sentada, observó el lugar, había una pileta de un hombre en armadura, sujetando con ambas manos una espada de piedra y en su espalda con un escudo con la insignia de la familia Malfoy, asemejándose a esos caballeros de la edad media que Dumbledore le había contado a través de cuentos muggles, y debajo de sus pies, caía el agua constantemente.
En el centro, había una escalera redonda que apuntaba al cielo.
— Ven, vamos. — Le llamó y ella sin responder le siguió observando el lugar, a su alrededor estaba lleno de flores de diversos colores, y plantas que nunca había visto. — Son plantas muggles, algunas sirven para hacer pociones, otras solo sirven para hacer el té que toman mis padres. — Explicó y se apresuraron a subir las escaleras tan blancas que le dio pena ensuciarlas.
— No había visto este lugar cuando viaje sobre Both.
— ¿Both? — Se dio la vuelta confuso.
— El Thestral en el que llegamos. — Explicó con vagas palabras, por ahora solo tenía ojos en observar el lugar.
A medida que subía la escalera, notó que era un pequeño jardín secreto, lo rodeaba una gran muralla de arbustos, y se podía ver que el cielo estaba completamente despejado.
— Es hermoso...
— Siente halagada, eres la primera persona que le muestro este lugar.
— ¿Y eso por qué?
El niño se alzó de hombros. — Parece que te gustan las estrellas. Es solo eso.
Liliana hizo una mueca, en realidad era mentira, su padre y su abuelo le enseñaron a leer la mente y al parecer él no se dio cuenta cuando lo hizo. «No tengo a nadie para mostrárselo.» Gruño bajo, ahora por lo menos ambos podrán empatizar algo. No tenían ni un amigo. Claro, si descontaban a Vihmakir, Fawkes o a los adultos como Hagrid.
— ¿Quién te enseñó sobre las estrellas?
— Fue la profesora Sinistra. Me enseñó sobre las estrellas cuando le pregunté cómo era que podía diferenciarlas, es muy paciente y muy amable, aunque un poco estricta. — hizo una pausa. — Bueno mucho. Pero estoy acostumbrada a que sean así conmigo.
— Pero eres una niña. — murmuró — ¿No te tratan como... una niña?
— Si lo hacen, pero a veces se les olvidan, y se quedan callados cuando se dan cuenta que no están hablando con un estudiante. Solo papá, la profesora Minerva y Hagrid son los que más me tratan como una niña de mi edad.
— ¿Y Dumbledore?
Liliana sonrió divertida al recordarlo. — Él es distinto, a veces pienso que tenemos la misma edad, pero recuerdo que tiene más de cien años y se me va ese sentimiento. Es muy amable y también sabe muchas cosas. Lo quiero mucho, al igual que a todos los demás, ellos son como mi familia, además de mi papá.
— No sabía que Dumbledore fuera así. Mi papá dice que solo tuvo suerte de ser un genio para ser un... — Liliana lo quedó mirando por unos segundos. — Bueno, un mestizó — Miró a otra parte. — Co-Como sea, mejor veamos las estrellas. — cambio de tema rápidamente.
— Se supone que durante este mes se podrá ver Saturno más de cerca.
— ¿A si? — pregunto, acomodando el telescopio. — ¿Y cuántos anillos tiene Saturno?
— Según Galileo Galilei, — escucho un bufido de parte del chico, pero no le importó y continuó — Un muggle muy inteligente, dijo que tiene diez anillos, el anillo D es el más cercano a ese planeta y el anillo Febe el más lejano.
— Yo solo digo que ese Galileo es un tonto, ¿A quién se le ocurre llamar a un anillo de Saturno "D"?
— Pues él los descubrió y puede llamarlo como quiera. — murmuró al verlo mirar por el telescopio.
— Mira, allí está. — se alejó un poco del telescopio. — Los anillos de Saturno están intactos.
Liliana se apresuró a mirar por el telescopio. El lente que tenía era muy bueno, podía acomodarlo como quería en la distancia para acercarlo y alejarlo.
— Es fantástico. — dijo admirando el planeta.
— Oye...
Liliana se percató que estaba un poco nervioso.
— Quiero pedirte disculpas por cómo me comporté antes, yo... no estoy acostumbrado a hablar con personas de mi edad y da igual que no seas de sangre pura. Me caíste bien y salvaste la vida de mi padre. Así que... Gracias.
Liliana sonrió de forma afable y le extendió la mano.
— ¿Comenzamos desde cero? Olvidaré todas esas cosas que me hiciste en cambio olvida como te trate antes, supongo que me pasé. — rasco su nuca avergonzada. — Soy Liliana, Liliana Snape pero me puedes decir Lily.
— Soy Draco. — Estrecho su mano. — Draco Malfoy. Y espero que seamos buenos amigos. — le dedico una sonrisa.
— Yo también lo espero. — declaró sincera.
Después de eso siguieron hablando de las estrellas y los planetas por un largo tiempo, sin preocuparse del destino que les avecinaba en casa, con ambos padres, esperando que regresaran a casa a dormir.
Continuará...
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La Guardiana De La Piedra Filosofal (1)
FanfictionDespues de la muerte de sus padres y de la caida del Señor Tenebroso, fueron separados y ningunos de los dos se recuerda. Harry Potter queda sin su sombra por más de diez años y al llegar a Hogwarts se vuelven a encontrar; pero aún así, no se recon...