La Guardiana De La Piedra Filosofal (1)

Cena en el Gran Comedor.

Liliana miraba la puerta del Gran Comedor un tanto confundida. Era de noche y por fin se estaba terminando la época de clases para comenzar las vacaciones de verano.

No le gustaba tener que irse del castillo y dejar a Vihmakir solo por unos meses, sin contar que debía de soportar a esas niñas muggles que la molestaban constantemente porque supuestamente su papá daba miedo y se desquitaban todas con ella.

Moría de rabia porque no la dejaban usar su magia contra los Muggles pero también le gustaba porque pasaba horas y horas leyendo libros de magia avanzaba y le hacía preguntas a su padre que le enseñaba un poco de esas materias.

Snape se sentía demasiado orgulloso por ella, ya que aprendía rápido con solo una varita de práctica y le causaba mucho interés saber, qué clase de varita seria para su hija.

— ¡Oh, pero si eres tú! — sonrió amablemente el Fraile Gordo, el fantasma de Hufflepuff. — Nuestra pequeña Lirito, ¿Qué haces merodeando por aquí a estas horas sola? No ves que es muy peligroso merodear por los pasillos de esa manera. — le repuso de una manera suave y amable, aunque sintió que la estaba regañando.

— Lirio o como sea que te llames. Sabes muy bien que por aquí no debes de estar aquí. — Frunció el ceño El Barón Sanguinario, el fantasma de Slytherin. — Mejor vete a la cocina, ahí es donde debes de estar.

— No seas así, — ordenó Helena, la fantasma de Ravenclaw con cierta hostilidad. — Nuestra Lirito debe de estar aquí por una razón.

— ¿Buscas a tu padre? — preguntó Sir Nicolás, el fantasma de Gryffindor, amablemente junto a una reverencia. — Si quieres puedo ir por él. — le ofreció sonriente.

— En realidad... — murmuró nerviosa. — El abuelo dijo que tenía que esperar aquí.

— ¿Es así? — preguntó Sir Nicolás. — ese caso, iré a ver qué sucede, luego te informaré, no te preocupes Lirito. No me tardaré nada.

Sir Nicolás partió al Gran Comedor y Liliana empezó a mover sus pies de un lado a otro porque le dolía tener que estar quieta tanto tiempo. Los fantasmas comenzaron a hablar entre ellos sin dejarla sola, a Liliana no le molestaba en nada y tampoco que pasaran cerca de ellos, ya se había acostumbrado.

Pero de pronto, se escuchó un grito alegre y emocionado entre el gran comedor como si fuera una gran explosión, seguido después apareció el fantasma de Gryffindor totalmente emocionado.

— ¡No puedo creerlo, esto es maravilloso!

— ¿Qué es maravilloso, mi querido amigo Nicolás? — preguntó el Fraire Gordo.

— ¡Gryffindor ha ganado la copa! — soltó un aliento emocionado. — Ha sido por Harry Potter, Ron Weasley, Hermione Granger y Neville Lombotton quienes nos han llevado a la victoria.

— ¿¡Qué!? — preguntó disgustado el barón Sanguinario, entró al gran comedor seguido de Helena y el Fraire quienes estaban conmocionados como para hablar.

— ¡Felicidades, Sir Nicolas! — le felicito Liliana contagiada del ánimo del fantasma, sonrió alegremente. — Parece que los seis años seguidos de la copa en Slytherin terminaron.

— ¡Así es Lirito, por fin el Barón va a dejar de molestar a todos por ganar la copa otro año más!

Liliana se rió pero se quedó callada cuando las puertas del gran comedor se abrieron, en las cuatro mesas, todos los alumnos de Hogwarts la miraban atentamente como si esperaran que cometiera algún error.

Sintió que toda su sangre se le iba de su cuerpo al encontrarse con todos los alumnos. Desde las caras desanimadas y frustradas de los Slytherin hasta los alegres y gritos Gryffindor mantenían cierta mirada sobre ella.