Aprendiendo A Ser Padre

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Severus entro a su habitación con la bebe en brazos. Gracias a Dumbledore, no se encontraba en la sala común de los Slytherin, él le dio un cuarto lejos de los alumnos, una vez que la bebe llego al castillo, y este mismo, tuvo que inventar una excusa para no soltar sospechas ni de los profesores o los alumnos.

Al llegar, lo primero que se podía ver, era una cama hecha de madera de dos piezas, las sábanas, eran blancas con detalles dorados en los bordes, y sobre ellas estaba una cubre cama verde oscuro con la insignia de la serpiente plateada que correspondía a su respectiva casa.

En su lado derecho de la cama, se encontraba un mueble lleno de ropa negra y degradados de este mismo color. Al lado izquierdo de su lecho un escritorio lleno de libros de magia estaba apilados, eran de diversos tamaños, también, estaba un sillón verde agua sobre salía delante del ventanal que lo llevaba a una pequeña terraza.

Al otro extremo de la habitación, estaba la puerta, dando con el despacho de Severus. Era la única salida y entrada al aposento. Delante de la cama, una llama entibiaba el lugar entre la chimenea de piedras negras, el mago de pociones se le quedo mirando unos segundos.

Lanzo un suspiro cansado, pero aliviado, Liliana estaba con él y supuestamente estaba a salvo. Pero no podía asegurarse que en el futuro que le avecinaba. Nunca fue bueno con la adivinación y actualmente deseaba serlo para así, estar preparado para lo que sea.

De pronto, la criatura se puso a llorar. Lo primero que hizo Snape fue sobre exaltarse, seguido mecerla algo asustado, no sabía qué hacer. Para su suerte, Minerva le había enseñado por que un bebe lloraba, era la única forma que podía comunicarse al no poder hablar. Y empezó a repasar lo que le había aprendido.

Un bebe llora cuando tiene mucho frio o mucho calor.

Llora cuando tiene sueño.
Llora cuando está cansado.
Llora cuando está enfermo.
Llora cuando está estresado.
Llora cuando su pañal esta sucio.

Reviso e hizo todo lo que tenía que hacer para que se calmara, pero los llantos de Liliana no cesaban y se intensificaban cada vez más. Si no actuaba rápido, tal vez algún fantasma entraría a su habitación encontrándose con la bebe y les contaría a todos, haciendo que ya no sería un secreto para los alumnos.

Después de todo, estaba prohibido tener a menores de edad a Howards.

- Ya Liliana, ya pequeña, ¿Qué tienes? ¿Por qué lloras tanto? - dijo afligido.

Como si fuera obra de magia, recordó las palabras de la profesora McGonagall. "Los bebes lloran cuando tiene hambre". Enseguida entendió su comportamiento, tenía hambre, por eso no dejaba de llorar, miro la pequeña mesita que se encontraba al lado izquierdo de la chimenea, ahí estaban las cosas que le encargo la bruja para la bebe. Encontró el biberón con una nota en la cual decía.

"La leche no debe de estar ni muy caliente, ni muy fría, si es así, no se la tomara."

M. McGonagall.

Snape comenzó a calentar la leche como si fuera una de sus pociones, tomo una gota y vio que la leche se encontraba a una buena temperatura, o eso esperaba.

Se sentó en el sillón con la bebe en brazos, quien aún lloraba de hambre, le empezó a dar con la esperanza que se tranquilizara y así lo hizo, la bebe tomaba de una forma hambrienta, como si nunca le hubieran dado de comer. ¿Cuánta leche toma una bebe? No lo sabía, pero estimaba que mucha. Dejo el biberón en una mesita y sonrió suavemente.

– Así que tenías hambre... – concluyo en silencio.

Unos pasos pesados se escucharon afuera de su habitación, y la puerta se abrió. Severus ya tenía su la varita en mano, apuntando al intruso, segundos después, la bajo en cuanto vio a Hagrid. Le miro con un semblante rabioso. ¿Quién se creía, al meterse donde no lo llamaban?

La Guardiana De La Piedra Filosofal (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora