Charla.

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Agotada y adolorida se ganó encima del perro de tres cabezas, llamado Fluffy, quien dormía apaciblemente. La niña miraba el techo de piedra, pensando en lo que había dicho Dumbledore sobre aquel chico de unos ojos verde intenso, que la hacían sentir un extraño sentimiento que había sentido antes por alguien, pero no lo recordaba.

«No podría expulsar a Harry ni por un millón de años.» Recordó las palabras de su abuelo mientras tomaba un poco de té de jazmín. «Por qué si lo llegar a hacer, Harry perdería toda protección y Voldemort no descansaría hasta matarlo».

«¿Por qué cree que lo quiere matar, abuelo?» Preguntó Liliana con los ojos llenos de curiosidad «¿Por qué Potter es tan importante?»

«Por qué Harry es la única persona que puede derrotar a Voldemort».

Chasqueo la lengua, lo peor es que esta noche estaba por buscarla y no tenía ganas de mover ni un solo dedo.  [¿Y si hago que Fluffy les muerda solo un poco? No creo que haya problema].  Pensó y negó con la cabeza [No son tan estúpidos para volver] 

Y con ese pensamiento cerro los ojos un poco más tranquila. Pero al final, lo hicieron, esos tres chicos de Gryffindor regresaron, y nuevamente los transformó en unas cucharas de oro.

— Las cosas que me hacen hacer... — se lamentó observando lo que tenía en su mano derecha. — Mejor voy a... — bostezo y las guardo. — Voy a dejarlos en la punta de la torre, ya me aburrieron.

Las cucharas se movieron entre sus bolsillos, pero no hizo caso, solo seguía caminando, la puerta se abrió. En seguida Fluffy, se despertó, mirando amenazantemente al intruso entre gruñidos y ladridos.

— Tu tiempo se acabó mocosa. — apareció Filch. — Es hora de que te vayas a la cama. Son las 4 de la mañana.

— Vale... — bostezo. — Te tardaste mucho.

— Había alumnos fuera de su cama. — se rió, en cuanto salió de la habitación, se activaron todos los hechizos protectores. — Tuve que llevarlos donde los profesores, pero no me dejaron torturarlos... — murmuro dolido.

— Supongo que fue una buena noche para ti. — le halagó con aburrimiento. — Por cierto. ¿Qué haces si son los mismos niños los que salen en la noche?

— Castigarlos, pero en mis tiempos eran torturadas hasta sangrar o desmayarse. — soltó una risa con una voz fría. — No sabes cuanto extraño esos tiempos. ¿Por qué la duda?

— Curiosidad. — evadió de forma rápida. — Pero eso no importa...

— ¡Estudiantes fuera de la cama, de Slytherin! — se escuchó a lo lejos la voz de Peeves.

— ¡No te acerques a las mazmorras hasta que regrese! — ordenó antes de correr hacia la dirección de Peeves.

— De igual forma no lo iba a hacer.

Una vez que se perdió de vista, Liliana quedó a medio camino, justo en un ángulo ciego para los cuadros y para todo el mundo, regresó a los chicos a la normalidad. Y en cuanto lo hizo, Potter le tomó la mano antes de que se fuera a escapar.

— Necesitamos hablar contigo. — murmuró Potter. — por favor.

— ¿Y crees que es el mejor momento ahora? — pregunto cansada. — Mira, a la hora del almuerzo nos juntaremos en la biblioteca. ¿Te parece? No hay nadie a esa hora.

— ¡En la hora de comer! — se quejó Weasley con disgusto.

— Creo que a esa hora está bien. — Granger ignoró el comentario del chico peli rojo y miró a la chica. — y espero saber quién eres.

La Guardiana De La Piedra Filosofal (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora