El frío era cada vez más helado, y con ello, la temporada de Quidditch comenzaba en Hogwarts. Liliana sonreía de oreja a oreja, adoraba ver a los jugadores volar en el partido.
No tenía preferencia o apoyaba el que ganaba, solo le gustaba verlos jugar, dándose golpes a las pelotas, volando como estrellas fugaces y los gritos de todos apoyando su casa favorita y a la que pertenecían.
Se transformaba en un gato de pelaje rojizo muy pequeño con unas rayas negras muy finas, todo gracias a la profesora McGonagall, quien se dedicó a ayudar a enseñarle a convertirse en un mago al ver que demostró mucho interés en esa materia, no pararon hasta que lo lograron y según en el Ministerio, fue la bruja más joven en convertirse en un animago después de la profesora McGonagall cuando tenía diecisiete años.
Ella lo había logrado cuando tenía cinco y para la sorpresa del Ministerio fue un revuelto y le exigieron a cada minuto que lo hiciera para comprobar si era verdad.
Nunca se había imaginado todo ese problema y que tuvo que vivir bajo la tutela de una squib muy agradable y amable en la casa de su padre por un tiempo porque el Ministerio la tenía vigilada, aunque después, la dejaron de hostigarla, hasta que quedó en el olvido.
De esa manera, podía observar los partidos de Quidditch, era el único motivo por el cual se obsesiono por ser un animago, se sentaba en el regazo de cualquier profesor para verlos jugar y pasar desapercibida.
Siempre le impresionaba algo en el partido, una nueva técnica, una falta o trampa que hacía el equipo, cualquier cosa.
Pero esta vez era diferente, un niño de primero sería el buscador de los Gryffindor por primera vez en la historia y eso le hizo rogar a los profesores que le devolvieran la varita solo para convertirse en un gato durante toda la semana.
Sentada en regazo de la profesora Sinistra, observaba jugar a los equipos. Hoy era el partido entre Gryffindor vs Slytherin, quienes poseían una rivalidad por varios siglos que parecía que nunca iba a acabar.
Escuchaba atentamente al comentarista de Gryffindor. Lee Jordan, haciendo uno que otro comentario innecesario hacia una chica de su propia casa y siendo regañado por la profesora McGonagall.
Intentó guardar su risa para no ser descubierta y ronroneó inconscientemente cuando empezó al ser acariciada con cariño. Adoraba estar convertida en un gato, los gatos en sí son muy escurridizos y van muy rápido de un lado a otro, además de ser muy flexibles y sensibles para ir donde quiera que vaya entre los días y las noches.
Pero su atención no duró mucho en los jugadores y se centró en el niño de primer año de Gryffindor, Harry Potter. Movía su escoba de un lado a otro en total descontrol.
Liliana se levantó en seguida, corrió casi quedando encima de la cabeza del comentarista. Miro hacia atrás, para ver qué podían hacer los profesores, pero ellos, no hacían nada, estaban sumidos en la impresión de que no movían ni un solo dedo.
En cambio, su padre, siempre había sido muy rápido en cualquier tipo de situaciones, y esta no sería la excepción. Empezó a recitar unas palabras para anular el hechizo que poseía la escoba y que no saliera herido.
Por la gran audición que poseía, escucho unos pasos subir por las escaleras, corrió de la misma forma hasta llegar a las gradas debajo de los profesores. Viendo llegar a la misma niña que rescato de Filch y Fluffy. Tenía su varita en mano, apuntando a la capa negra de su padre, gruñó furiosa, le iba a lastimar. Retándose los ojos la una a la otra, camino de manera furiosa, se ganó entre la capa de su padre y la varita de la chica de Gryffindor.
Le siseo de una forma hostil y le mostró sus pequeños dientes.
— No tengo tiempo para un gato. — murmuró. — ¡Sal! — apuntó con su varita a una dirección opuesta.
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La Guardiana De La Piedra Filosofal (1)
FanfictionDespues de la muerte de sus padres y de la caida del Señor Tenebroso, fueron separados y ningunos de los dos se recuerda. Harry Potter queda sin su sombra por más de diez años y al llegar a Hogwarts se vuelven a encontrar; pero aún así, no se recon...