CAPITULO 27

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MAX

Estos dos y medio años habían sido una locura, desde que me mude a Nueva York no pare un solo segundo. El inicio había sido demasiado difícil sin Anastasia o mis amigos presentes, pero termine por adaptarme y saliendo adelante

Luego de irme de San Francisco me enfoque solo en mi rodilla, la universidad tenia un plan especifico para este tipo de situaciones y cursaba materias desde mi apartamento e iba a rendir los exámenes presenciales.

Mis padres a las pocas semanas de mi traslado consiguieron un trabajo en Brooklyn y habían decidido mudarse, mi hermana en cambio, siguió viviendo en San Francisco.

Al mes de mi accidente comencé a poder apoyar mi pierna en el suelo, y a los tres meses ya caminaba. Los médicos y rehabilitadores estaban fascinados con mi evolución pero debía mantener algunas fechas sin cambios para que todo funcione a la perfección.

Con el tiempo comencé a hacerme amigos de chicos que sufrieron alguna lesión como yo, gracias a pasar tanto tiempo en el centro de rehabilitación, y luego cuando me reincorpore a las clases presenciales pude entablar relaciones con chicos de mi curso.

En esta universidad había elegido tener un perfil bajo a diferencia de Berkeley, a parte de que mi introducción aquí no fue la mejor del universo, prácticamente me arrastraba por los pisos. Durante el dia iba a clases y cursaba con mi mayor atención, sacaba buenas notas y me concentraba en mi recuperación. Durante la noche, eso ya era otra historia, pasaba mis horas viendo fotos con Anastasia y tentándome a llamarla o enviarle mensajes, pero debía honrar mi carta.

Mantuve mi relación con los chicos, siempre hablábamos por mensajes o hacíamos videollamadas constantemente. Ellos me mantuvieron al tanto como podían sobre Anastasia desde que me fui hasta el día de la fecha, aunque ahora eran menos regulares.

Christopher y Hunter eran los que más hablaban de ella, pero durante el primer año nada era bueno. Ambos me habían dicho que Anastasia se había alejado de todos y solo vivía para la universidad, durante los primeros meses me decían que era un maniquí son ropa, siquiera se gastaba en disimular una sonrisa. Con el tiempo fue cambiando pero todos, incluso Anna, aseguraban que Anastasia no era la misma.

Me dolió en el alma saber que yo era el causante de eso, no dejaba a de cuestionarme sobre la decisión que había tomado o sobre lo que podía hacer.

Con el tiempo los chicos notaron un cambio en ella y dejaron de contarme sus cosas tan al día, solo me contaban sobre grandes avances o cosas que le sucedían. Me habían contado que había incursionado en el mundo del modelase, y que eso la tenia concentrada. Nunca me contaron si había rehecho su vida, y tampoco pregunte, ella tenia derecho a seguir adelante.

Mi vida ahora era distinta, era el capitán del equipo de baloncesto en esta universidad, las notas estaban perfectas, e incluso podía sostener un balance entre mi vida actual y la pasada.

Desde que Amelie y Nicholas me nombraron padrino de Aaron, mantenía una relación super estrecha con ellos. Nunca hablábamos sobre Anastasia, no desde la vez en la que Amelie me llamo diciéndome que era un error que no podría revertir. Cuando pude comenzar a moverme por mi cuenta, organizaba viajes con Amelie para poder ver a Aaron o que ellos vengan a Nueva York. En mis visitas nunca intente coincidir con Anastasia, pero me dolía pasar tiempo en la casa sin saber sobre ella o tenerla conmigo.

Sufrí mucho durante un tiempo pero cuando mi hermana me tiro de las orejas co que debía continuar mi vida, decidí salir a bailar. Allí conocí a Sally, habíamos follado en los baños del bar pero luego se convirtió en algo rutinario; éramos amigos con beneficios. Comenzamos a pasar tiempo junto y cuando alguno necesitaba saciarse, follabamos.

Simplemente tú [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora