Capítulo 2

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La mayor forma de control es cuando piensas que eres libre, cuando estás, fundamentalmente manipulado y dirigido.
—David Icke

FRANCESCA

Al llegar a la base de la BSGR nos reciben con aplausos y chiflidos debido al éxito de la misión, se siente un poco raro, bueno, los rusos son raros, en Italia cuando llegamos a la base de la BSGI solo nos reciben malas caras porque entre más éxito tienen los escuadrones en las misiones significa que más arriba suben en nivel, nosotros partimos siendo el escuadrón siete y ahora somos el escuadrón tres, llevamos años teniendo éxito en las misiones y escalando en los niveles, llevamos años asechando a Dimitri y la detención de Sergey Sosnovskiy es lo mejor que nos pudo pasar, vinimos desde Italia y trabajamos en conjunto con la BSGR para lograrlo, ahora solo estamos a un paso de detener a Dimitri, solo estoy a un paso de mi libertad.

Sergey Sosnovskiy es el último socio de Dimitri que nos quedaba por detener, pero el más importante, según sabemos es el único que lo a visto y ha mantenido un contacto estrecho, sacándole la verdad de su identidad encontrar a Dimitri será mucho más fácil, considerando que en estos cuatro años hemos desmantelado su red de trafico de humanos en un setenta porciento, ahora debe estar escondiéndose como la rata que es.

La cacería comenzó en el momento en que se atrevió a amenazarme, pudo hacer muchas cosas en este mundo, pero decidió meterse conmigo y eso lo pagará muy caro.

Cuando terminamos de saludar cordialmente a algunos soldados que se nos acercan, con Sara vamos directo a las duchas, en el hotel exclusivo de la BSGR que nos estamos quedando hay duchas, pero en lo personal me siento asquerosa ante el tacto de hombres indeseables así que prefiero ducharme lo más rápido posible.

—Francesca, ¿estás bien? —me pregunta Sara luego de bastante tiempo en el que solo he dejado que el agua caiga sobre mi.

—Si, solo estoy cansada, ya salgo.

—Recuerda que tienes que ir a la enfermería.

—No hace falta, lo dije para que Giovanni no me jodiera, es solo un disparo, no es como si fuese el primero.

—Suenas como si estuvieses borracha.

—Deben ser las drogas, el chico del laboratorio dijo que la inyección iba a contrarrestar cualquier efecto de cualquier sustancia que me metieran, pero solo sería por unas horas, tengo que dormir y ya.

—No debiste hacerlo, te dije que era mejor que tú estuvieras en los ductos y yo de encubierta.

—Para la próxima lo hacemos a tu manera —ironizo.

—Hablo en serio, Francesca —baja la voz—. Los chicos no saben tu pasado con las drogas, es mejor que vayas a la enfermería.

Corto el agua de la ducha y me envuelvo en la toalla antes de salir y mirar a Sara con cara de pocos amigos.

—Eso no tiene nada que ver, han pasado años desde mi adolescencia, esto lo hice por trabajo, no por querer una recaída, no me jodas, sabes que jamás me metería esa mierda apropósito.

—No es lo que quise decir.

—Pues así sonó —suspiro—. Mira, solo quiero dormir, mañana estaré mejor, llevo más de veinticuatro horas sin dormir y no fueron horas agradables, estuve encerrada y sin comida, voy a estar bien, solo necesito una cama y una hamburguesa.

—Está bien, pero si te sientes mal no dudes en llamarme o yo misma hablaré con Giovanni.

Blanqueo los ojos y comienzo a vestirme.

Última Batalla de Roma | [Roma #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora