Capítulo 19

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Solo nos separamos para reencontrarnos —John Gay.

FRANCESCA

El ruido del helicóptero me ayuda a disimular la incomodidad que siento en estos momentos.

Miro de reojo a la chica que tengo a mi lado, pero enseguida vuelvo la vista al frente como si hubiese cometido uno de mis más grandes errores al observarla, intento mantenerme neutral y no demostrar un ápice de todo lo que siento en este momento.

No es ella quien me inquieta, realmente me tiene sin cuidado su presencia pese a la incomodidad. Lo que realmente se lleva mi serenidad es el pensamiento de que Alec me vea.

Fingir que no estaba de los putos nervios teniéndolo a casi dos metros fue difícil, fueron cuatro años y algunos meses sin verlo, sin saber de él y ahora aparece en mi vida y su sola presencia amenaza con destruir todo lo que me costó trabajo formar, se me hace difícil de solo imaginar que pueda enterarse de la existencia de mis hijos.

Tengo que encontrar una manera de persuadir al director de la BSGI, no existe un trato que me obligue a mostrarme frente a Alec, debo recurrir a bajas artimañas, pero quizá si logro que lo transfieran a un lugar apartado sin la necesidad de verme, todo podría solucionarse.

Llevamos años en la misma ciudad y jamás me lo he topado, tengo fe en que puede seguir de esa manera, solo hay que manipular a la gente adecuada.

La chica me toca el brazo llamando mi atención y la miro aún sin quitarme el casco, lentes y pasamontañas debido al protocolo de seguridad.

—Dime —respondo.

Ella habla pero no le entiendo un carajo, es ahí cuando me doy cuenta que no le puse audífonos, solo me encargué de su cinturón de seguridad, por lo cual el ruido debe ser una gran molestia.

Apunto unos auriculares al otro extremo del helicóptero y uno de los sujetos del equipo de apoyo y rescate me los entrega, asiento a modo de agradecimiento y se los doy a ella quien se los pone enseguida.

—¡¿Me escuchas?! —grita.

Hago una mueca de molestia porque casi me revienta el tímpano del dolor, claramente no está acostumbrada y no sabe que mi comunicador está dentro de mi oreja, no en un audífono como ella.

—No grites por favor, puedo escucharte bien.

—Lo siento —se disculpa algo apenada—. ¿Vamos a ir con Alec?

No hablo, solo asiento mirando al frente.

—¿Que pasó ahí? —pregunta apuntando hacia abajo—. Nos secuestraron, casi morimos. ¿Quienes son ustedes?

—No estoy autorizada para dar esa información —respondo neutral y sinceramente.

—Pero, ¿Alec sabe de ustedes?, ¿él los contrató?

—Tus dudas puedes preguntárselas a él, no estoy autorizada para dar ningún tipo de información —enfatizo nuevamente.

—Bien —masculla—. ¿Cuánto falta para llegar?, ¿eso si me lo puedes contestar?

Blanqueo los ojos consciente de que no puede verme.

—Diez minutos aproximadamente, quizá quince.

—Gracias —murmura.

En el momento en que me asignaron el rescate de ella sabía que sería incomodo, pero prefería mil veces ir con ella que con Alec.

Intento no prejuzgarla, pero su actitud no ayuda, me molesta la gente que pregunta mucho, aunque en su posición supongo que haría lo mismo, debe estar cagada de miedo e intento comprender eso, como ella dijo, la intentaron secuestrar y casi muere.

Última Batalla de Roma | [Roma #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora