Capítulo 12

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Un hombre no puede tener peor destino que estar rodeado de almas traidoras.
—William Burroughs

ALEC

Siento que mi cabeza va a explotar, definitivamente necesito un respiro de tanto trabajo. Mi proyecto del hotel en las vegas me está absorbiendo por completo, pero en cuanto a todos los negocios es mi prioridad por ahora.

Mi teléfono suena anunciándome una llamada de Isa y le contesto enseguida.

—Dime, amor —respondo.

—Ya estoy abajo —avisa—. ¿Te falta mucho?

—No, voy enseguida.

—Bien, te espero —cuelga.

Meto todos los papeles importantes en mi maletín, me pongo de pie, tomo la chaqueta de mi traje que estaba en el respaldar de mi asiento y salgo de mi oficina.

—Andy —le hablo a mi secretaria—. Hoy me voy más temprano, olvidé decirte que cancelaras mis citas.

—Pero señor, hoy tiene la reunión con el ministro de bellas artes, el proyecto para la construcción de museo en el terreno que quieren comprar es algo que tenía agendado hace semanas.

—Bueno, pero ahora tengo una reunión más importante, agéndalo para mañana, le mandas una canasta de frutas como disculpas y ya —ironizo.

—Si señor.

—Puedes irte más temprano hoy —le informo—. Hasta mañana.

—Gracias, hasta mañana.

Bajo en el ascensor hasta el primer piso y en cuanto se abren las puertas busco a Isa con la mirada. Me quedo absolutamente embobado con lo linda que se ve. Lleva una falda blanca y una blusa rosa de seda con encaje en las mangas, su cabello va suelto, pero lo tiene recogido en los costados. Realmente se ve muy adorable y bonita.

—Hola, linda —la beso.

—¿Vamos? —pregunta separándose un poco.

—Si, Bruno ya debe estar ahí.

—Bien. ¿Dónde está tu auto?

Salimos de la empresa y le señalo mi auto en la entrada.

—No estaba ahí cuando llegué —comenta.

—Porque no voy a tener mi Audi en la calle. Cuando me ven subir al ascensor lo traen hasta la entrada. Ventajas de ser el vicepresidente.

Cuando llegamos hasta él, uno de los chicos encargados del estacionamiento me entrega las llaves mientras otro le abre la puerta a Isa, nos subimos y manejo hasta el restaurante.

—¿Como me veo? —me pregunta mientras manejo.

—Te ves muy linda, ¿no te lo dije? —pregunto extrañado.

—Nop, no lo dijiste.

—Uh, bueno, ten por seguro que lo pensé.

—¿No crees que es muy poco?, Dios. ¿Cuanto tiempo falta?, creo que debería cambiarme, ¿podemos ir a mi casa primero? —habla con nerviosismo.

—Ey, cálmate. Estás perfecta así, no necesitas cambiarte, aparte ya vamos algo tarde.

—¿Y si no le caigo bien?

—Le caerás bien —respondo monótonamente intentando calmar sus nervios.

—¿Y si no?, digo, puede que no le guste como hablo, o quizá le moleste que soy mesera. ¿Y si no le agrada mi ropa?, puede que yo no sea lo que quiere para ti. ¿Y si me detesta?

Última Batalla de Roma | [Roma #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora