Capítulo 11

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No toda distancia es ausencia, ni todo silencio es olvido.
—Mario Sarmiento

FRANCESCA

La vida me ha preparado para muchas cosas, pero claramente no me preparó para escuchar semejante sarta de estupideces.

—No —intervengo si poder más con el discurso de Giovanni—. Estás cometiendo un error, no puedes pasarte por el culo todo lo que hemos logrado, no puedes mandar a otro equipo y menos si todos lo integrantes son de nivel cinco hacia abajo, la van a cagar, se van a cagar en todo lo que hemos logrado.

Y si, desde que comenzó la reunión sabía que esto iría mal. Todo comenzó con nuestra más reciente y única pista concisa, «el Da vinci Ruso»

Nosotros deberíamos ir por él a Rusia, traerlo e interrogarlo hasta que nos diga como es Dimitri, pero no, Giovanni acordó con el jefe del escuadrón ocho, que sería su gente quien iría hasta Rusia y encontraría al sujeto para posteriormente traerlo hasta nosotros.

—Francesca, es lo mejor —sentencia Giovanni—. Todo saldrá bien.

—No, que te jodan, no puedes mandarlos a ellos, déjate de juegos y vámonos a buscar al puto pintor.

—No es ir y traerlo, lo sabes. El escuadrón ocho es ideal, son gente discreta y hábil,  nuestros rostros ya están muy sonados en la base de Rusia, aparte ellos se van a infiltrar, tienen que estar un tiempo ahí, tienen contactos. Creo que uno de ellos tiene un primo en la mafia rusa y van a entrar por esa puerta, usarán esa carta y cuando den con el pintor lo traerán, aseguraron que lo harían en tres o cuatro semanas.

—Eso es mucho tiempo, no, me rehúso, ¿que hacemos mientras?, ¿mirarnos las caras o arreglarnos las uñas?

—Justamente ese era el otro punto, han trabajado mucho y no han tenido vacaciones, no se tomaron las últimas y...

—¿Me estás jodiendo? —interviene Sara—. Jamás nos tomamos vacaciones al mismo tiempo. No nos vas a mandar a todos para la casa a mirar el techo y cosechar zanahorias en el huerto.

—Las chicas tienen razón —añade Ludovico—. Aquí pasa algo y no quieres decirlo, los seis somos parte del equipo, merecemos una explicación.

—Nunca creí decir esto, pero Ludovico tiene razón —acota Fabbian—. Realmente las chicas igual, no podemos irnos cuando está ocurriendo algo tan importante —mira a Mauro—. No espero un gran discurso, pero sería un buen momento para que hablaras y dieras tu opinión, nuestro jefe de escuadrón está a nada de cagarla.

Mauro suspira, su silencio es su refugio así que opinar en grande no es lo suyo, pero debe hacerlo en algunas ocasiones.

—No tengo nada que decir.

—¿Es una broma? —le responde Ludovico—. Mauro, esto no se trata de tu autismo, madura y da tu puta opinión.

Nada perturba la serenidad de Mauro, pero puedo notar que ese comentario le molestó.

—El autismo es una condición que no padezco, pero muchas personas si y no es un juego ni un chiste, no deberías usarla para compararla con mi silencio ante la estupidez humana.

—Genial —le contesta Fabbian—. Concuerdo contigo, solo pedimos tu opinión y apoyo en esto. Somos un equipo.

—Mi apoyo está con Giovanni, es nuestro jefe de escuadrón, ya habló, no supone que sus ordenes estén en discusión. Solo vámonos a casa y confiemos en que todo va a salir bien, si nos necesita nos llama, por el momento no hay nada más que hacer con este caso.

Última Batalla de Roma | [Roma #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora