Capítulo 22

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Soy lo que has hecho de mí. Toma mis elogios, toma mi culpa, toma todo el éxito, toma el fracaso, en resumen, tómame. –Charles Dickens

FRANCESCA

Azoto la puerta con violencia dejando atrás el absurdo interrogatorio que le hice a Alec. Tengo jodidos limites los cuales fueron transgredidos hace mucho por esta estúpida institución.

Recorro los pasillos de la base camino a la oficina del director para plantarle cara cuando escucho la voz de Giovanni acercándose.

—¡Francesca, detente!

Decido ignorarlo y sigo avanzando sabiendo que llegará a mi lado de todas formas.

—Nos vas a meter en problemas —me informa poniéndose frente a mi.

—Créeme, no seré yo la que tenga problemas.

—¿Qué vas a hacer? Es de madrugada, el director ni siquiera está aquí, debió irse hace horas y sabes que vuelve a las seis de la mañana.

—Pues lo espero —respondo cruzándome de brazos—. Pero esto no se va a quedar así.

—Pero ni siquiera me has dejado explicarte.

—No necesito explicaciones, sé cuales son los pasos de reclutamiento. Hace cuatro años me pusiste en la misma posición que acabo de poner a Alec y no estoy dispuesta a nada de lo que planeen.

—¿Reclutamiento? —pregunta confuso.

—Si, ¿acaso ese no es el plan? Reclutar a Alec para que sea parte del equipo...

—¿Qué? —frunce sus cejas con extrañeza—. Francesca, conozco a mi equipo, serían capaces de disolver el grupo antes de recibir a Alec y no te haría eso.

Mis hombros se destensan un poco y entrecierro los ojos.

—Entonces... ¿no lo van a reclutar?

—¿Si lo viste? No tiene pinta de poder con una misión de alto rango, ni siquiera fue capaz de pelear solo en el estacionamiento, parece una princesa. No logro entender como sobrevivió a la mafia, pero ni en mil años lo recibo.

Me encojo de hombros. —Antes si peleaba bien, por eso sobrevivió.

—Pues antes entrenaba para pelear, ahora levanta pesas porque su vanidad no le permite tener un cuerpo sin músculos.

No pierdo mi posición a la defensiva y lo miro escaneado su rostro buscando algo de mentira.

—Vamos, me conoces, sabes que no te haría eso —insiste.

—No voy a asumir nada contigo, últimamente estás haciendo cosas las cuales pensé que nunca harías.

—Pero son porque recibo ordenes y te he intentado advertir. Meter a Alec de manera tan invasiva en la BSGI sería algo que no te haría y menos sabiendo todo lo que involucra él en... bueno, eso.

Suspiro de manera resignada, me descruzo de brazos y apoyo mi espalda en la pared mas cercana para estar mas cómoda, Giovanni imita mi acción y nos miramos a los ojos.

—Meter a Alec de manera tan invasiva en la BSGI... —repito sus palabras de manera reflexiva—. ¿Y cuál será la manera no invasiva en la que pretendes meterlo en la BSGI?

Frunce el entrecejo. —Nunca dije eso.

Sonrío con ironía. —Una de las cosas que alimenta mi ego es recordar que al entrar a la BSGI la mayoría de los departamentos se peleaban por tenerme...

—Y como una nerd decidiste apoyar al departamento de ciencias y armamento ya que en tu «estado» no pudiste seguir con los entrenamientos por unos meses —me recuerda.

Última Batalla de Roma | [Roma #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora