Me presento ante ustedes, me llamo Lucía Noceda y soy una asesina, una peste entre la sociedad, una adicta, pero también tengo buenas intenciones (a veces), lo hago por gusto propio, aunque solo me limito a dañar a escorias peor de desquiciadas que...
🚩 ADVERTENCIA: mención de actos violentos en contra de menores.
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Cuando todo las personas a las que creías conocerabandonen tu lucha, yo me iré contigo.Si estás frente a un pasillo oscuro,yo tomaré mi linterna e iré contigo.
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La primera lección que aprendió en su vida fue que los superhéroes no existen, sus ilusiones de que algún día alguien viniera a salvarla del infierno en el que habitaba se esfumaron con la muerte de su madre, nunca nadie acudió a sus suplicas mientras sufría los crueles abusos de su padre noche tras noche.
¿Amor? ¡Eso tampoco existe! ¿O sí? Tal vez solo el que ella siente hacia sus hermanos.
Lucía solía atascar la puerta de su habitación para proteger a sus hermanos cuando su padre regresaba a casa, como si se tratara de un escudo se ponía frente a él para encararlo y recibir las golpizas en su lugar con tal de evitarles a ellos todo ese sufrimiento. Un monstruo vivía bajo su mismo techo y de algún modo u otro siempre terminaba dándoles una paliza, tanto si eran buenos niños como si no, indiscriminadamente descargaba su furia sobre ellos ¿La razón? Simple, era su castigo por existir.
La idea de que un infante haya querido suicidarse es desgarradora, para su infortunio era un pensamiento recurrente en la mente de Lucía, sin embargo, lo único que se lo impedía era la tormentosa idea de dejar a sus hermanos desamparados, sí, ella también era una niña, pero tenía un impulso protector muy grande hacia ellos.
—Debemos hacernos cargo de nosotros mismos, nada nos va a separar nunca ¿bien? ¡afrontaremos la vida juntos! No lo olviden — eran las palabras de aliento que compartía el joven Hunter de 16 años, el mayor de los cinco hermanos. Se pasaba la vida estudiando y trabajando, lo que absorbía todo su tiempo y energía, todo el dinero que ganaba lo utilizaba para solventar los gastos de la escuela y algunas veces para los alimentos que necesitaban, dado que su padre rara vez aportaba algo.
—Hunter me preocupas mucho, no deberías tomar responsabilidades que no te corresponden tan joven— le decía Lucía observando con tristeza las ojeras de su hermano y el cansancio en su rostro. Su cabello rubio enmarañado y la palidez en su piel, en verdad le dolía verlo así.
—Claro que es mi deber, como el hermano mayor debo asegurarme de que nada les falte ... por favor, tu eres mi respaldo, eres incluso más fuerte que yo — fue la respuesta del joven, quien a pesar de todo aún tenía fuerzas de regalarle una sonrisa sincera, no le molestaba en lo absoluto trabajar si era por el bien de todos.
Luca es el hermano del medio, con 12 años y una linda sonrisa que revelaba un par de hoyuelos a los lados de esta y un cabello castaño con un bonito rizado, moreno igual que sus hermanas y su madre (a diferencia de Hunter que físicamente era idéntico a su padre). Era mudo desde los 5 años debido a un trauma, al ser un niño tan enérgico y risueño tuvo la desdicha de derramar accidentalmente la cerveza sobre su padre Anton con un balón, quien respondió de la forma más sádica posible castigándolo con una varilla ¿se imaginan su sufrimiento?
La misma Lucía se odia a sí misma por no haber podido intervenir puesto que en ese momento se encontraba inconsciente a causa del "entrenamiento especial" que acababa de recibir. «Él no se merecía esto, le fallé y no tengo perdón alguno», se repetía mentalmente la chica, nunca dejó de culparse por este hecho, le dolía ver a Luca así.
Luego, está Luna de 11 años, posee el cabello más oscuro de todos, sus labios son gruesos, es delgada y alta; también es una auténtica alumna prodigio, demasiado lista para su edad y con un gran corazón, siempre se esforzaba por ayudar a Luca a comunicarse, le enseñó lenguaje de señas a todos sus hermanos para ello, siempre a escondidas de su progenitor. Incluso le enseñó a tocar la guitarra a Lucía, lo que le permitió ganarse algunas monedas en el transporte público de vez en cuando.
Por último, la pequeña Luz de 8 años, una niñita de hermosos ojos grandes color chocolate, era la personificación de la dulzura y la inocencia, su cabello ligeramente rizado a diferencia del de sus hermanas mayores. Era la mas apegada a Lucía, probablemente porque desde que nació fue ella la que se hizo cargo de Luz, debido al repentino fallecimiento de su madre, a causa de una hemorragia interna según lo que su padre les dijo.
Su madre era una persona amable, a pesar de que la mayor parte del tiempo se encontraba ausente, como si su mente hubiera huido a otra parte en un intento por no sentir más dolor, el poco cariño que le dio a sus hijos era sincero. Lucía se sintió mal por la partida de su madre, pero en el fondo se alivió al saber que ya no estaría sufriendo más. Así que, con esa hermosa niña en sus brazos y el resto de sus hermanos junto a ella, dieron una última oración en su nombre, esperando que encontrara la paz eterna.
Entonces, estos son los cinco olvidados por Dios, quienes rogaban por un poco de misericordia, esperando que algún día su vida mejore. Cuando están en casa todo está mal, ellos son los mudos, los rotos, los inservibles, los despreciados; pero cuando están juntos fuera de casa, la libertad les deslumbra en el rostro, son ellos contra el mundo y el dolor no existe.
Amar es el mejor acto de rebeldía ante la vida cuando todo ha sido odio a tu alrededor. Y eso es lo que ellos hacían, resistir.
«Prometosacarlosdeaquí a cualquiercosto... »
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