Me presento ante ustedes, me llamo Lucía Noceda y soy una asesina, una peste entre la sociedad, una adicta, pero también tengo buenas intenciones (a veces), lo hago por gusto propio, aunque solo me limito a dañar a escorias peor de desquiciadas que...
Te masticaré y te escupiré Porque de eso se trata el amor joven Así que acércame y bésame fuerte Voy a reventar tu corazón de chicle
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Lucía tiene una estricta regla de no dejar pasar a nadie a ese edificio a no ser que alguno de los inquilinos dejara algún aviso, por lo que era de lo más sospechoso que el vigilante de la entrada le notificara que había alguien en la entrada que insistía en querer verla.
-¿Quién es? - preguntó la morena al hombre por teléfono.
-No quiere decirme su nombre, ya le dije que se fuera, pero...- no terminó su frase, un golpe seco se escuchó a través de la bocina.
Lucía apresuró sus pasos, tenía claro que quien sea que la estuviese buscando acababa de dañar a su mejor vigilante, Malphas un hombre de más de cuarenta años que había trabajado en esa unidad por muchos años. Al llegar a la caseta se encontró con su cuerpo, le habían disparado en la cabeza, esto molestó a la dominicana.
-Parece que no soportó jugar conmigo- Bria apareció debajo del marco de aluminio de la puerta y llevaba en la mano una pistola con silenciador.
-¡Bria! ¿¡Cómo mierda llegaste hasta aquí!? - le dijo bruscamente.
-Ya que no has venido a trabajar, he decidido venir a ver si sigues con vida-
-¿Por qué no habría de estarlo? -
-No lo sé, tu cara siempre dice "mátenme" -
-Que graciosa eres Bria ¿Por qué no mejor me cuentas como es qué encontraste mi dirección? Según yo recuerdo, solo dos personas en todo Red Hell la saben, una era Belos y la otra nunca hablaría- dijo refriéndose al Dr. Bump, él era muy leal.
-Resulta que Belos tenía escrita tu dirección en un informe, te sorprendería saber todo lo que redactó sobre ti y tu familia - le respondió descaradamente.
-¡Qué te jodan! - gruñó.
-Mmmh y qué seas tú la que me joda por favor- escupió sin vergüenza alguna, la chica se mordió el labio mientras hacía una seña obscena con dos de sus dedos provocando que Lucía se enojara aún más.
-¿Qué es lo que quieres? ¿Para qué viniste en realidad? - le cuestionó intentando mantener la compostura.
-¿Me invitas a pasar? - la tomó por la nuca y la acercó a sus labios.
Lucía rodó los ojos, esa mujer estaba loca, un par de revolcones y ya sentía que podía mandar en su vida.
-No, ¡vas a hablar aquí y ahora! - la empujó.
-Vaya, estás muy agresiva... Suerte para ti que traje algunos de tus dulces favoritos - buscó entre sus bolsillos.
«Ni se te ocurra, llevas un buen tiempo sobria, tus hermanos están aquí», pensó.
