Me presento ante ustedes, me llamo Lucía Noceda y soy una asesina, una peste entre la sociedad, una adicta, pero también tengo buenas intenciones (a veces), lo hago por gusto propio, aunque solo me limito a dañar a escorias peor de desquiciadas que...
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Los sueños dulces están hechos de esto, ¿Quién soy yo para no estar de acuerdo? Viajo por el mundo y los siete mares, todo el mundo está buscando algo.
Algunos quieren usarte,algunos quieren ser usados por ti,algunos quieren abusar de ti,algunos quieren que abuses de ellos.
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Los mechones rebeldes de su rubia cabellera vacilaban sobre sus extravagantes ojos magenta, un lápiz astillado por tantas mordeduras se movía ansiosamente entre sus dedos de la mano izquierda mientras que en la otra reposaba su cabeza. Llevaba cuatro horas seguidas estudiando para adelantar temas de la materia de balística forense que tomaría el próximo semestre.
—La morfología del orificio que produce el disparo es completamente distinta, según lo produzca un proyectil único y/o múltiples proyectiles, se determina a partir de las características que deja en la superficie del impacto— leyó en voz alta para posteriormente darle un trago a su tercera taza de café.
Sus ojeras delataban que no había dormido bien en días y no lo negaba, la Señora Camila había tenido una conversación muy seria con él luego de enterarse de todo el lío que había provocado. Agradeció inmensamente que no lo hubiera regañado o castigado, ella no era ese tipo de madre, era del tipo que se sienta a escuchar atentamente y te ayuda a encontrar una solución, o por lo menos a ver tu error.
Una extraña dolorosa sensación le abrumó al darse cuenta de pudiendo estar consolando a la mujer que considera su mamá, solo le había dado más problemas. Perder a una hija no es cualquier cosa y a pesar de que Camila se mantenía fuerte por ello y forzaba sus sonrisas, Hunter podía escucharla llorar a escondidas las pocas veces que se encontraba en casa.
No todo era su culpa, aunque lo sintiera de esa manera, él al igual que el resto de sus hermanos estaba dañado, había tomado una terapia con anterioridad, pero no la concluyó porque creyó sentirse mejor.
«Grave error», pensó.
Quizás si hubiera solucionado sus problemas en el pasado habría sabido qué hacer con la repentina aparición de Lucía, tal vez habría sido un mejor hermano, un mejor hijo. O tal vez no, porque a cualquiera le puede pasar, un día cometes un error tan grande que puede costarte hasta el cariño de alguno de tus seres queridos.
La acidez de sus pensamientos no le permitieron comprender correctamente el párrafo que acababa de leer. Y es que, su mente aun en contra de su voluntad reproducía una y otra vez la misma escena violenta de todos los días de su infancia, tiró de su cabello en frustración por no poder cambiar aquello. Aun dolía.
El daño seguía ahí.
—Todos los Noceda estamos rotos — susurró a la nada mientras retomaba nuevamente su lectura.
