Me presento ante ustedes, me llamo Lucía Noceda y soy una asesina, una peste entre la sociedad, una adicta, pero también tengo buenas intenciones (a veces), lo hago por gusto propio, aunque solo me limito a dañar a escorias peor de desquiciadas que...
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Las piernas le pesaban y el corazón parecía querer salirse de su pecho, las manos le temblaban al igual que su ojo izquierdo y se encontraba bañado en un sudor frío. La gente corría asustada por las calles en dirección contraria hacia donde él se dirigía, solo las personas que tenían familiares en el hospital a esas horas se encontraban por los alrededores tratando de comunicarse desesperadamente con ellos. Este era el mismo caso de Hunter, sabía que todo ese alboroto se relacionaba de alguna manera con él,
Tenía miedo, miedo por su madre y sus amigos que se encontraban ahí en ese momento. Se sintió impotente cuando uno de los policías le partió el labio de un puñetazo cuando intentó penetrar en el perímetro en repetidas ocasiones. No fue hasta que vio salir a su padre, que la sangre se le heló por completo. Anton tenía una gaza adherida a su ojo izquierdo y tenía moretones en el rostro, estaba acompañado por el gobernador que lloraba inconsolablemente.
—¡Mi hija! Dios mío ¿Por qué? ¡No, Miranda! — se lamentaba el hombre frente a todos los espectadores, algunos le daban el pésame luego de confirmar la defunción de su esposa e hija. —Me quitaron a mi familia—.
El rubio observaba con atención y cierta tristeza, le costaba trabajo asimilar que Amber estuviera muerta. Intentó averiguar discretamente entre los empleados del hospital que habían evacuado durante el altercado cualquier indicio sobre Camila, pero no obtuvo ninguna respuesta satisfactoria. Lo único que obtuvo fue algo que él ya sabía y que ahora sería usado en su contra — La última vez que vi a Camila fue en la sala de espera, ella estaba acompañada de los Blight desaparecidos—.
Gracias a esas declaraciones, él supuso lo que se venía, ahora toda su familia estaba abiertamente enredada en todo esto. La única conclusión que tenía era lógica, si alguien tenía el valor y las armas suficientes para enfrentar así a la seguridad de Boonesborough, definitivamente sería Lucía.
—¡Tú! — Anton señaló a Hunter, quien se sobresaltó al verse descubierto, esperaba pasar desapercibido entre la gente y con la capucha de su sudadera sobre su cabeza, al parecer no fue así — ¡Bájate la capucha, quiero ver tu rostro ahora! —.
Su impulso de supervivencia se activó, no había nada que intentar razonar con ese hombre así que se dio la vuelta e intentó abrirse paso entre empujones, corrió tanto como pudo hasta que dobló en una calle sin salida, el miedo lo había traicionado. Un "policía" lo acorraló:
—¡Pon tus manos sobre la cabeza! — le ordenó el hombre.
—Por favor, no tengo nada que ver en esto, es un malentendido oficial— replicó.
